Hoy no me voy a extender demasiado porque la cita de mañana acapara toda nuestra atención. No obstante, podemos hacer un breve inciso para deleitarnos por ejemplo con los dos goles de Cristiano frente a Osasuna. Una folha seca y un latigazo que fueron lo mejor de un de partido de puro trámite. Llegamos a Münich descansados, con la moral por las nubes y con todos nuestros efectivos disponibles. Cristiano, Benzy y Bale son ahora el centro de nuestras miradas. Un gol suyo abre las puertas a una final más que merecida. Dos goles prácticamente la garantizan. Hay que estar con el equipo, sin más.
Y al otro lado del mundo Don José. Mientras Simeone gana otro partido más con el autobús (ya saben que la intensidad solo es reconocida si no eres portugués) el Chelsea consigue una victoria de mérito con los suplentes que añade más madera a la Premier. Todo el espectáculo de este final de temporada se lo debemos a Mourinho. Nadie como él representa la tensión competitiva. Quede como quede esta temporada para los blues, es otro año más para quitarse el sombrero del que sin lugar a dudas es el mejor entrenador del mundo. No le quiero en la final. Mañana empezamos a salir de dudas sobre la que se avecina.

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