Muy, pero que muy interesantes los efectos de la debacle granadina en el equip dels valors. Eliminados de la Champions League, prácticamente descartados por el título de Liga y asustados de cara a la final de Copa, hoy el soci es presa de la rauxa. No le reconforta saber que el Tata no tiene nada que reprocharle al equipo. Abandonado a su suerte por vestuario, afición y prensa, sólo nos queda saber en qué momento acordó su salida. No hay otra explicación para explicar cómo Martino parece aceptar estoicamente que le han insertado una vara de nogal en el recto. Muy grave ha de ser la situación interna de ese vestuario para que Iniesta, un tipo con horchata por sangre, haya sacado la lengua a pasear y sea uno de los detonantes del espiral de autodestrucción que sobrevuela Barcelona. Y que quieren que les diga, puestos a arrasar con todo, debe hacerse así. Si son acertados los rumores sobre Klopp y Reus, es una renovación bastante más interesante que la iniciada por Florentino cuando apostó por Ancelotti. Es cierto que el margen de maniobra para fichar es reducido tras la tragicomedia de Neymar y la duras condiciones que impondrá Messi para renovar, pero han detectado el problema. Parte del madridismo por el contrario, se niega a ver que el final del sueño puede estar a la vuelta de la equina. Al bueno de Ancelotti no le salva la Copa, la Liga se pone complicada a cada paso del calendario y vamos a ver que pasa en la eliminatoria contra el Bayern, en especial en tierras alemanas. El final de Ancelotti puede ser primo hermano del Tata. La diferencia es que Ancelotti no vino a gravitar, vino a dar espectáculo y sobre todo traernos muchos muchos títulos a nuestras vitrinas.
La gravitación también parece acallar el debate generado con la lesión de Cristiano. Que no se apague tan rápido. Los defensores de lo imposible alegan que un jugador como el luso decide cómo, cuando y donde juega. Lo que no explican es como se mantienen en el campo jugadores como Alonso o Modric durante 90 minutos cuando el electrónico refleja un 5-0 o un 6-1. Tampoco explican que Morata, al que se presume importante en este momento de la temporada para dar refresco a Benzy, sólo ha jugado 740 minutos en todo el año. Seguimos sin saber que llevó a Isco al banquillo durante semanas. Y sobre todo, aspiramos a resolver el expediente X número uno de Carlo Ancelotti: Casemiro. Imaginen cuál sería la situación física de Benzema, Cristiano y Modric si hubieran disfrutado de minutos y opciones todos estos jugadores. Por el contrario, Cristiano ya se pierde parte del momento clave, a Benzema le falta el canto de un duro para pasar por enfermería y Modric parece sacado de la película Resacón.
Podríamos hablar hoy de que aporta Isco cuando aparece como diez clásico en lugar de los experimentos de falso nueve o interior izquierdo, a dónde nos llevaría sacrificar ese doble pivote tan poco excitante intocable por Ancelotti y sumar otro punta, los beneficios de aprovechar las bandas cómo se merecen o debatir sobre si Di María jugará como el Sábado en la final de Copa y contra el Bayern. Son buenos debates, pero pueden ser aplazados hasta el Miércoles.

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