martes, 29 de abril de 2014

Histórico


No hay otro calificativo para la victoria en Münich. Por el resultado, por la historia, por la sensación de solidez que deja y sobre todo por ser la puerta más cerca la Décima en más de una década. Se dice que las finales son para ganarlas, pero se nos olvida que las semifinales son para llegar a ellas. Una obviedad, una trivialidad por todos conocida y que deja a muchos por el camino. Probablemente deje a Guardiola muy lejos de Münich, al que le van a llover palos hasta en el carnet de identidad por dinamitar por completo al campeón de Europa y convertirlo en un equipo que con dos tercios de la posesión en esta eliminatoria, se lleva cinco goles al diván del psicoanalista. Es la demostración más simple de que a este deporte no se le domina teniendo el balón. No se engañen, tampoco renunciado a él. La grandeza es encontrar el equilibrio en la circunstancia y según las características de la plantilla. Entender al rival, comprenderle y saber amoldarse a sus planteamientos. El Bayern cae en esta eliminatoria por ser un equipo tan enardecido por sus propio esquema que no ha sido capaz de amoldarse un ápice al marcador y que tras ganar con justicia el año pasado, cae con la misma en esta ocasión.

El último componente para la receta, si todo lo demás falla, es la flor en el culo. Y Ancelotti tiene una flor preciosa. A lo largo de la temporada, en el global de todas las competiciones, ha tenido pájaras clamorosas, ha perdido muchas opciones contra rivales directos y ha mostrado flaquezas palpables en todos los ámbitos. Pero es de justicia reconocerle la solidez como equipo que ha mostrado en esta eliminatoria. En especial, el desempeño de la defensa ha sido ejemplar. Tengo dudas de que el Bayern hubiera podido marcar en otros noventa minutos. Es aceptable que los goles han llegado mayoritariamente a balón parado, pero a veces la fortuna debe sonreír. Y hoy nos sonríe a los madridistas, que por encima de todo podemos ser optimistas de cara a la final, donde ya sea Atlético o Chelsea podremos examinar la capacidad floral de Ancelotti. Hay tiempo para estudiar al rival, para preparar el asalto a la Décima. Y antes una pregunta: ¿quieren a Mourinho o quieren al Atlético? 

lunes, 28 de abril de 2014

Interludio


Hoy no me voy a extender demasiado porque la cita de mañana acapara toda nuestra atención. No obstante, podemos hacer un breve inciso para deleitarnos por ejemplo con los dos goles de Cristiano frente a Osasuna. Una folha seca y un latigazo que fueron lo mejor de un de partido de puro trámite. Llegamos a Münich descansados, con la moral por las nubes y con todos nuestros efectivos disponibles. Cristiano, Benzy y Bale son ahora el centro de nuestras miradas. Un gol suyo abre las puertas a una final más que merecida. Dos  goles prácticamente la garantizan. Hay que estar con el equipo, sin más.

Y al otro lado del mundo Don José. Mientras Simeone gana otro partido más con el autobús (ya saben que la intensidad solo es reconocida si no eres portugués) el Chelsea consigue una victoria de mérito con los suplentes que añade más madera a la Premier. Todo el espectáculo de este final de temporada se lo debemos a Mourinho. Nadie como él representa la tensión competitiva. Quede como quede esta temporada para los blues, es otro año más para quitarse el sombrero del que sin lugar a dudas es el mejor entrenador del mundo. No le quiero en la final. Mañana empezamos a salir de dudas sobre la que se avecina.

jueves, 24 de abril de 2014

Entendiendo la Champions


Ríos de tinta contra Don José a su llegada a Madrid. Empezamos con la tontería de que llegaba insonorizado en sus cascos para esconderse del mundo, continuamos con los reproches de los medios al no contestar en castellano a ninguna pregunta y finalizamos con la tanda de desprecios al partido planteado por el Chelsea en el Calderón. Sin embargo, pocos como él entienden cómo funciona esta competición: 8 semifinales en 11 años. Menos aún tienen la empatía suficiente para gestionar los recursos que dispone. En el momento que pisaba España, vestido con un chándal negro y ataviado con esos enormes auriculares, relajaba la presión sobre sus jugadores de cara al partido. Se convertía en la figura. Y a partir de ahí un show que de retratar a alguien, es a los medios españoles: absurdo que a un tipo que la prensa ha dilapidado y ha acosado a sus hijos en el colegio le pidan el favor de responder en castellano, absurdo que un periodista que cubre una semifinal de Champions sea incapaz de manejar una rueda de prensa en inglés, absurdo que un traductor tenga que ejercer de intérprete. Y de remate, David Luiz afirmando que tienen un plan, pero que si su jefe no quiere hablar de el, él no es nadie para hacerlo. Más allá de lo interpretable sobre la situación Courtois y los halagos a Simeone, salió de allí sin ofrecer un sólo bocado deportivo que llevarse a la boca. Mucha de la tirada de nuestros panfletos favoritos del Mártes iba con Don José en portada. No hay morbo para más.

Sin embargo, lo realmente sorprendente, es que a pesar de que todos y cada uno de nosotros nos imaginábamos el tipo de partido que iba a plantear, el Atlético no fue capaz ni de preparar el partido a conciencia ni de amoldar su esquema de juego. Díganme a dónde iba Simeone con una defensa de cuatro para parar a un equipo que en la primera jugada del partido corre a parapetarse y enviar un balón de 30 metros al peor delantero de la Champions. Como era de esperar, Courtois no tuvo trabajo. Schewarzer tampoco. En estos días verán todo tipo de desprecios al fútbol de Chelsea (cien minutos de pelotazos al autobús, este deporte no se inventó para esto y demás panochadas) y muy poco de la clave del partido, cortesía del propio Mourinho: "El Atlético decía que era el partido de su vida. Pues lo llevamos empatado a Stanford Bridge". Era tan evidente la arenga atlética durante la semana, que la primera solución de Mourinho es llevar el partido a un terreno más favorable. Es tan sencillo que resulta cómico. Y para choteo, la posterior rueda de prensa: "Obviamente quería ganar 5-0 y estar en la final, pero también sabía que era fácil salir de aquí sin perder". Esa muestra de respeto al rival, de reconocerse inferior y adaptar el partido a esa circunstancia es lo que ha hecho de Mourinho un ganador. Cuando ha tenido equipo para ganar, ha salido a jugar y cuando no tiene ni para sacar un empate, se cierra en banda. Nada de apelar a la épica o a los dioses del fútbol: realidad cruda, sin aditivos. Me llevo el partido a mi casa, lejos de tu afición, en un entorno incómodo donde un simple 1-0 me vale. Por supuesto, visualmente no es bonito y es inapelable el atentado a la estética. Pero es efectivo. A Mourinho no le pagan 8 millones de euros por plantarse en el Calderón, bajarse los pantalones y ofrecer en bandeja de plata al equipo local una noche mágica en Champions. Si además consideramos que entre la ida y la vuelta Etoo, Hazard, Ivanovic, Cech, Terry, Mikel o Lampard se van a perder al menos uno de los dos partidos, la pregunta es qué haría usted si fuera Mourinho. Y el debate es qué resultado cree que habría conseguido. 

Pasión aparte, la capacidad de adaptación a cada encuentro, reconvertido hoy por los atléticos en el mantra "partido a partido", es la única clave para entender como la panda de amiguetes que tiene el Chelsea se haya plantado en las semifinales de la competición. Obviamente, el partido del Calderón únicamente cubre el 50% del plan y habrá que ver cúal es el discurso en Stanford Bridge. Recuerden que en el 2010 el monumental cattenacio planteado al FC Barcelona en el Camp Nou viene precedido de un baño en toda regla del Inter en San Siro. Es evidente que Don José no tiene una plantilla ni de lejos parecida para competir en esos términos, pero da idea del grado de importancia y seriedad que concede a cada partido. Es una pena que como director deportivo no llegue ni a la suela del zapato de su talla como entrenador.


Ahora bien, lo realmente triste, vergonzoso, lamentable, y en mi humilde opinión motivo de cese inmediato totalmente justificado, es que un equipo que ha gastado 700 millones de euros desde el 2009 en buscar, no ya la victoria, sino la excelencia, el control del partido, el gol, el peligro y el dominio, juegue la primera parte que planteó Ancelotti. Recordemos que este es un club que tiene nueve copas de Europa en sus vitrinas y que no las has conseguido agazapándose en su propio estadio en una semifinal de la Copa de Europa. No hay excusas: Florentino Pérez ha hecho todo lo posible para darle a Ancelotti un equipo que pueda disponer de toda clase de recursos en todas las circunstancias para proponer algo diferente al Chelsea. Los primeros diecinueve minutos son lo peor que se ha visto en Europa del Madrid en décadas. El Bayern de Münich de Heynckes hubiera cerrado la eliminatoria en ese tramo del partido. La cara de los alemanes, y sobre todo de Guardiola, es el puro reflejo de la incredulidad: ni siquiera articuló el Madrid tres pases seguidos en esos veinte minutos. Sólo en ese momento los monguers salieron de sus guaridas para sacar pecho. Y lo más irónico es que el gol llega de un pase de Coentrao, jugador completamente denostado por los gurús deportivos y por el propio club que trágicamente se convierte en pilar fundamental de la zaga en el último tramo de la temporada. Ancelotti le había enseñado la puerta y los dioses del fútbol se divierten a sus anchas. ¿Y el gol? De Benzema, icono del piperismo chic más oportunista que ayer aplaudía hasta desollarse las manos a un jugador completamente incomprendido a lo largo de la temporada. Por fortuna, el tiempo ha puesto a cada uno en su sitio y ha demostrado que el Madrid gana con un gol de dos jugadores que desde aquí llevamos meses diciendo que serían importantes.

Los que enarbolan la victoria como discurso hoy justificaran sus argumentos diciendo que el Madrid gana fiel a su estilo, con Ancelotti brillando en la dirección táctica adelantando líneas en la segunda parte y sobre todo pudiendo haber cerrado la eliminatoria con tanta ocasión fallida. En serio, es un argumento maniqueo y el fútbol en un club de este calibre no puede reducirse al resultado. Hay que exigir excelencia. Es curioso que ese estilo tiene mucho de la imprenta de Mourinho, vapuleado cuando perdía en sus días más tristes y elevado a los altares cuando latigazos como los de anoche ganaba partidos con goles a mansalva. Nadie se plantea tampoco que Ancelotti les pidiera a sus jugadores que adelantaran líneas porque en caso contrario el baño teutón podría haber sido antológico a final del partido. No habrá reseñas a un 24% de posesión en la primera mitad. Sacaremos pecho diciendo que el primer disparo del Bayern llega en el 84' con la primera intervención real de Topor en lo que va de temporada y seguramente nos dejemos llevar por la falsa sensación de que hay un pie en la final. A fin de cuentas, sin al menos un gol en Alemania este gol vale de poco. Anoche la fortuna nos fue favorable siendo compasiva durante esa primera mitad, mala, muy mala, malísima; y el equipo, de menos a más por completo, tuvo en su actitud la mejor de sus virtudes y disputó una segunda mitad a la altura de lo que debió ser el partidos desde el primer minuto. Si el Madrid marca en Alemania, la eliminatoria irá por buen camino. Apelamos a ese toque de suerte necesario para ganar una Copa de Europa y que florece en exclusiva en el culo de tipos como Ancelotti. Ya saben, viene aquí a ganar títulos, muchos títulos y ofrecer espectáculo, mucho espectáculo.

jueves, 17 de abril de 2014

Campeones de Copa


Más allá del estilo, nadie puede negar que las finales son para ganarlas. Salvo contadas excepciones, poca gente recuerda cómo un equipo se alzó vencedor de un trofeo. Difícilmente con los años perduran las jugadas, los matices y menos aún el resultado. Pero sabemos que ganamos, hablaremos a nuestros hijos de las victorias y seguiremos anhelando nuevos títulos.

Por ello, y a pesar de que sólo disfrute realmente del equipo los primeros veinte minutos y en las ocasiones que regalaba el Barcelona a la contra, hoy toca disfrutar de un título que puede ser tanto el primero como el último de la temporada. Hay que disfrutar de los efectos balsámicos del triunfo, más aún si son ante el eterno rival, del efecto placebo en los jugadores, del pésimo castellano e inglés de Ancelotti, de els valors que pasean hoy los medios catalanes y sobre todo de la victoria en sí misma.

Y si has llegado a este párrafo es que quieres leer algo más. Ese algo puede empezar por destacar la actitud con la que salimos al campo, muy en la línea de los primeros minutos del Atlético - Barcelona visto en Champions y totalmente diferente a la pésima imagen ofrecida frente al Borussia. Así se debe saltar al campo, pero no sólo en una final, sino durante toda la temporada. Siendo incisivo, queriendo el balón, presionando y siendo generosos con el esfuerzo del compañero  , el Madrid sentó las bases de la incomodidad blaugrana. Siempre hay tiempo para ser víctima del cansancio, para perder el balón y jugar con el resultado. Pero sólo hay unos pocos minutos donde se puede disponer de toda la carne en el asador y obtener recompensas: un gol de Di María que vale la serenidad para jugar una final y que se falla en la gran mayoría de ocasiones pero que jamás en la vida disfruta un equipo que no sale al campo así de enchufado.

Leo por todas parte que fuimos muy superiores al Barcelona durante todo el partido. Me parece una afirmación engañosa. De hecho, una vez más, el Barcelona llevó el peso del partido durante dos tercios del tiempo total de juego. Tras un año entero de Ancelotti y un porrón de millones en fichajes el discurso sigue siendo el mismo contra el Barcelona: solidez atrás y esperar buenas ocasiones de contragolpe. Es más, ahora añadimos un nuevo ingrediente: jugadores como Isco aprenden a ser útiles colectivamente sacrificando por completo sus características en favor del equipo. Sólo hay que ver la rueda de prensa de Ancelotti donde reconoce que Isco fue elegido para sumar efectivos en el centro del campo y beneficiarse de su control y distribución del balón cuando el Barcelona perdiera la pelota. En resumen, seguimos siendo incapaces de dominar al Barcelona pero al menos en esta ocasión explotamos otras variantes tácticas. La de Ramos como pivote en su día fue un ridículo espantoso, hoy viendo el resultado, la de Isco como obrero en tareas de albañilería y fontanería junto a esa variante de los atacantes como defensores cuando perdían el balón resultó ser más útil.

Resultado aparte, el Barcelona siempre tuvo el resultado a tiro. Es cierto que no tuvo ocasiones, pero tuvo el mismo disfraza que otros saraos. La diferencia en esta ocasión fue un grave error de Martino: alinear a Fábregas a toda costa. Tuvo que recolocar demasiadas piezas para acomodarle en el esquema y cuando quiso darse cuenta fue demasiado tarde. La salida de Pedro, reubicar a Iniesta donde hace daño de verdad y sobre todo Neymar en la izquierda le hubiera dado otras alas al partido, pero por fortuna ser mantiene la lógica: no puede llegar cualquier entrenador de la otra punta del globo, un desconocido en Europa y hacer que el Barcelona siga aspirando a tripletes. Debe fallar como mínimo en detalles que permitan valorar realmente cuanto en el juego del equip dels valors es heredado y cuanto de cosecha propia.

Quiero destacar también algo con lo que insisto a lo largo de este blog: por encima de entrenadores, esquemas y filosofías están los jugadores. Cualquiera puede reconocer el gran partido a nivel de bloque que firmó el partido, pero el plus estaba en cierto galés. Llevaba toda la temporada reclamando un partido como el de Bale en un momento realmente importante. Anoche llegó ese momento. Y de paso sirvió para demostrar, por cierto a consecuencia de la lesión de Cristiano, que lo mejor de fútbol llega en banda izquierda. Ahí gana su movimiento natural en los pies y es capaz de sobrepasar a Bartra con una suficiencia exultaste para el minuto de partido que se jugaba. Hoy sí puede sacar pecho por cuajar una actuación global a la altura de las expectativas: este es el nivel.

Por último, la calculadora. En este momento Ancelotti iguala la primera temporada de Mourinho: campeón de Copa, semifinalista en Europa y de momento fuera del título de Liga. Este es un gran momento y el baño de moral de anoche puede ayudar a encarar lo que le queda. Pero al igual que el gravitador tenía claro que estaba fuera del club, el italiano lo está si no consigue Liga o la Décima. No nos dejemos llevar por la euforia: no viene a ganar Copa. Prometió espectáculo (a eso este año no llega) y le piden títulos. Esperemos que la moral le permita ahora cumplir lo segundo.

lunes, 14 de abril de 2014

Efectos de la gravitación universal


Muy, pero que muy interesantes los efectos de la debacle granadina en el equip dels valors. Eliminados de la Champions League, prácticamente descartados por el título de Liga y asustados de cara a la final de Copa, hoy el soci es presa de la rauxa. No le reconforta saber que el Tata no tiene nada que reprocharle al equipo. Abandonado a su suerte por vestuario, afición y prensa, sólo nos queda saber en qué momento acordó su salida. No hay otra explicación para explicar cómo Martino parece aceptar estoicamente que le han insertado una vara de nogal en el recto. Muy grave ha de ser la situación interna de ese vestuario para que Iniesta, un tipo con horchata por sangre, haya sacado la lengua a pasear y sea uno de los detonantes del espiral de autodestrucción que sobrevuela Barcelona. Y que quieren que les diga, puestos a arrasar con todo, debe hacerse así. Si son acertados los rumores sobre Klopp y Reus, es una renovación bastante más interesante que la iniciada por Florentino cuando apostó por Ancelotti. Es cierto que el margen de maniobra para fichar es reducido tras la tragicomedia de Neymar y la duras condiciones que impondrá Messi para renovar, pero han detectado el problema. Parte del madridismo por el contrario, se niega a ver que el final del sueño puede estar a la vuelta de la equina. Al bueno de Ancelotti no le salva la Copa, la Liga se pone complicada a cada paso del calendario y vamos a ver que pasa en la eliminatoria contra el Bayern, en especial en tierras alemanas. El final de Ancelotti puede ser primo hermano del Tata. La diferencia es que Ancelotti no vino a gravitar, vino a dar espectáculo y sobre todo traernos muchos muchos títulos a nuestras vitrinas.

La gravitación también parece acallar el debate generado con la lesión de Cristiano. Que no se apague tan rápido. Los defensores de lo imposible alegan que un jugador como el luso decide cómo, cuando y donde juega. Lo que no explican es como se mantienen en el campo jugadores como Alonso o Modric durante 90 minutos cuando el electrónico refleja un 5-0 o un 6-1. Tampoco explican que Morata, al que se presume importante en este momento de la temporada para dar refresco a Benzy, sólo ha jugado 740 minutos en todo el año. Seguimos sin saber que llevó a Isco al banquillo durante semanas. Y sobre todo, aspiramos a resolver el expediente X número uno de Carlo Ancelotti: Casemiro. Imaginen cuál sería la situación física de Benzema, Cristiano y Modric si hubieran disfrutado de minutos y opciones todos estos jugadores. Por el contrario, Cristiano ya se pierde parte del momento clave, a Benzema le falta el canto de un duro para pasar por enfermería y Modric parece sacado de la película Resacón

Podríamos hablar hoy de que aporta Isco cuando aparece como diez clásico en lugar de los experimentos de falso nueve o interior izquierdo, a dónde nos llevaría sacrificar ese doble pivote tan poco excitante intocable por Ancelotti y sumar otro punta, los beneficios de aprovechar las bandas cómo se merecen o debatir sobre si Di María jugará como el Sábado en la final de Copa y contra el Bayern. Son buenos debates, pero pueden ser aplazados hasta el Miércoles.

miércoles, 9 de abril de 2014

La victoria como discurso


Veo en las redes sociales a Topor celebrando el pase a semifinales. Dos madridistas muy críticos con la etapa de Don José me recuerdan hoy que, pese a todo, Ancelotti sigue compitiendo y que no entran a cuestionar sus métodos de competición. Otro habla de clasificación "agridulce" y apela a la unidad del madridismo. Al llegar al trabajo, oigo a varios compañeros hablar de Casillas como el salvador del Real Madrid. Puedo seguir narrando ejemplos pero creo que son más que suficientes para hacerse una idea del seny que impera hoy en el ambiente. Me preguntó qué clase de madridismo han conocido muchos para agachar la cabeza, correr a su escondite preferido y esperar tiempos mejores donde la oportunidad les permita volver a sacar pecho. Amargó Ancelotti mi cerveza y aperitivos, destrozó mi ritmo cardiovascular, sufrí las burlas de los antimadridistas y pese a todo debo sonreir porque pasamos a la siguiente ronda: es la cultura de la victoria como discurso y en esta entrada vamos a intentar reflexionar sobre ello.

Lo primero de todo, el contexto. Tres ediciones de la Liga de Campeones disputamos con Don José. En la primera, fuimos eliminados en semifinales por el Barcelona y asistimos a la mejor rueda de prensa que haya dado jamás un entrenador del Real Madrid. Así es, hablamos del pur qué. En la segunda, también semifinales, fuimos eliminados en los penaltis por el Bayern de Munich. Aún permanecen en nuestra retina los penaltis que fallaron Cristiano, Kaká y Ramos en el Santiago Bernabéu. Por último, también en semifinales, derrota ante el Borussia con opciones reales de clasificación hasta el último minuto de partido. Podemos especular sobre los motivos y cúmulo de circunstancias que impidieron alzar alguna de ellas (la segunda debió de ganarse sí o sí) pero lo realmente inapelable es que fuimos total y absolutamente competitivos en cada edición y desde luego en ninguna de ella hicimos el ridículo como anoche. A pesar de que varios jugadores con galones sobre el papel y el terreno de juego se borraron de los momentos clave, una gran parte del madridismo cayó en el discurso de los fanzines y sentenció a Don José por aquellos tropiezos. Olvidamos por completo los despropósitos de Pellegrini y compañia, sacrificamos la realidad de ser un equipo competitivo y apasionado y lo hicimos porque no ganábamos y se dinamitaba la paz institucional. Un desastre. Esta es la razón por la que muchos de nosotros no podemos aceptar hoy que la derrota se justifique en que Illarramendi no diera una a derechas o Di María fallara un penalti: han sido jugadores importantes en este proyecto. Victorias y fracasos por igual, o son atribuidas a los jugadores o lo son al entrenador, pero siempre debe juzgarse el mismo lado de la balanza. Si elegimos culpar en el pasado al técnico, este debe seguir siendo el blanco de nuestras críticas. Y hoy, el máximo responsable de la vergüenza que sufrimos los madridistas, es Carlo Ancelotti. 

Enarbolar el discurso de la victoria permite explicar por qué hoy algunos toleran la incompetencia de Ancelotti (sigue vivo dicen los entendidos). También permite explicar el eterno halo a derrota de Wenger o Pelegrini tal como vimos en la entrada "La derrota". Lo que no alcanza a explicar es por qué Don José es hoy un héroe en Inglaterra y sobre todo, y quédense con esto, Jurgen Klopp se lleva el reconocimiento y aplausos del mundo futbolístico tras caer eliminado. Tampoco ha ganado nada y sin embargo, tras dos cruces contra el Real Madrid, es el único al que veo con suficiencia para sentarse en el banquillo del Santiago Bernabéu el año que viene. Sólo puedo encontrar una teoría para explicar todo esto: debe existir algo más que la victoria. Y ese algo es la competitividad. Cae el Borussia aplicando un monumental baño de realidad al Madrid. No sabemos hasta donde llegará Don José con el Chelsea ni Simeone con el Atlético. Lo que sí sabemos es que cualquiera de ellos a día de hoy nos barre de un partido. Poseen este año algo que no tenemos: competitividad. Y por ello siempre he creído que no podemos reducir el fútbol a los resultados. Ganar es vital, seguramente lo más importante de todo, pero de nada sirve si es a costa de hacer el ridículo. Vayan al Bernabeu a ver las copas de Europa. Son el fruto de un equipo ganador, pero también de un equipo competitivo y en ningún caso se han ganado estos trofeos haciendo el ridículo por toda Europa. La división del madridismo no atiende a una guerra a muerte entre piperos y mourinhistas: es un debate de estilo entre los que sólo quieren ganar y los que queremos algo más.

Volviendo al principio, hay que recordar que la semana empieza con Jurgen Klopp tirando el micrófono en la ZDF al ser preguntado si daba la eliminatoria por cerrada. La actitud desde ese momento de Klopp es la antítesis de lo mostrado por Ancelotti en ese mismo periodo de tiempo. No se rindió nunca, peleó el partido, se sobrepuso a las bajas, reclamó el apoyo de la grada, renunció a todo el orden táctico cuando llegaba a su fin y se marchó del estadio ovacionado y con el respeto de toda Europa. Ancelotti, comiendo chicle impasible en la banda, se lleva la eliminatoria. Nada más. Le pudieron endosar una manita histórica. Se dice, y para muchos, no pasa nada. Esa es la grandeza del fútbol. Sospecho que los dioses del fútbol, quieren que el Real Madrid caiga en un cruce contra Don José.

Twitter defendía anoche que los fallos de Illarramendi, Di María y Pepe casi le costaban la eliminatoria al madridismo. Son circunstanciales. Lo que no es de recibo, y desde luego resulta completamente bochornoso, es que Ancelotti no reaccionara tras lo visto en la primera parte. No fue capaz de reconstruir el equipo, recomponerse del baño que le estaban dando y mucho menos de arengar a sus jugadores. Atentos a los cambios: el primero, Illarramendi dando entrada a Isco como interior izquierdo. El segundo, Di María por Casemiro. El tercero, Varane por Benzy. Todos ellos destinados a defender, a minimizar daños. ¿Este es el espectáculo que prometía Ancelotti? ¿Donde ha quedado la herencia competitiva de Don José? ¿De qué han servido los 200 millones en refuerzos? Es imposible ganar habitualmente con un sólo delantero, renunciando a las bandas y sin la referencia ofensiva que aporta un diez clásico. Ha sobrevivido Ancelotti a base de destellos, pero hay noches donde estos desaparecen y sólo queda el mono de trabajo, la táctica y la garra. Todo ello se ha perdido, puesto que parece que al entrenador le dan los nombres pero nadie le comenta cómo ordenarlos. Tenía a Benzema, pero estaba sólo arriba. Tenía a Bale por la derecha, más tarde por la izquierda pero sin sentido o alma alguna. Lo cambiaba a ojos cerrados por Lewandowski o Reus. Jugaba también Isco, pero lejos de su área de influencia y sacrificado a un rol para el que tiene poco o nada que aportar. A Xabi y Modric los teníamos de Makelele. Con la baladronada del trabajo en equipo y el esfuerzo, nos hemos creido que un jugador como Di María, brillante pegado a la cal, puede jugar como Schweinsteiger. Y con el aguacero más salvaje que ha caído en Concha Espina desde el 5-0 en el Camp Nou, nos quedamos hoy con que Topor salvara al equipo. Por el amor de Dios, todo esto es un cúmulo de despropósitos.

En fin amigos, debo claudicar a la realidad y reconocer que pese a todo seguimos con opciones intactas en todas las competiciones. Somos el bollito del bombo, vivimos bajo el yugo de la victoria como discurso y debemos seguir apoyando al equipo mientras haya opciones. La vida sigue contra el Almería, con la final de Copa a la vuelta de la esquina y la Décima como único bálsamo para nuestro dolorido recto. Pobre de ti Carletto, sólo el fin ya justifica tus medios. Puto Mauriño.

lunes, 7 de abril de 2014

No te consiento bajar los brazos


No creo que Ancelotti diera por perdida la Liga al sentar a Cristiano. Es más, ni siquiera tiene derecho a decirlo. Sería una tomadura de pelo que un entrenador al que le entregan un equipo competitivo que puede aspirar a todo y que refuerzan con Bale (95 millones), Isco (25 millones), Illarramendi (37 millones), mas dos canteranos en principio solventes sobre el papel, llegara a insinuar que no puede cubrir la baja de Cristiano. El Atlético es líder con mucho menos fondo de armario y cada día que se mantenga ahí es un debe en la facturación de Ancelotti. El madridismo tampoco le puede tolerar que baje los brazos hasta que sea matemáticamente imposible el título: quedan seis jornadas por disputar y la última de ellas enfrenta a Barcelona y Atlético. Miren la respuesta de Jurgen Klopp cuando le preguntan en directo sí ya está zanjada la eliminatoria con el Real Madrid. Eso es profesionalidad, un ejemplo a seguir y el motivo del titular de esta entrada: aquí no se bajan los brazos, esto es el Real Madrid.

En cualquier caso, y obviedades aparte, parece que Ancelotti tiene un serio problema si no puede contar con Cristiano y Di María en la alineación. Que Cristiano sea insustituible puede ser admitido a debate (no que el Madrid deba poder ganar sin íl), pero no tiene ni pies ni cabeza que la ausencia del argentino desmorone de semejante manera al equipo. Recordemos que era un cadáver deportivo que se borraba de las grandes citas. No se dejen engañar por el resultado: mientras la Real fue sólida atrás, no tuvimos opciones reales de victoria. Es más, el partido se abre por un gol en un momento psicológico de un jugador que sólo lleva un gol esta temporada (ante un Segunda B). Hay algo de fortuna y drama en ese gol, ya que la Real Sociedad tampoco es un equipo con medios claros para desactivar nuestro juego ofensivo. Les hablaran hoy del control del partido, de la seriedad del equipo, la calma y demás bulerías. Lo cierto es que sin el gol de Illarramendi, la segunda parte hubiera empezado con un color muy diferente y no hay mucho que explique la tranquilidad del equipo la primera parte sabiendo que Barcelona y Atlético habían superado sus respectivos cruces. Jugamos demasiado lentos y faltos de agresividad, pero tengo dudas de que hubiéramos sacado algo en claro en un partido más duro. Lo cierto es que la Real fue muy blandita y permisiva en su zaga.

La tranquilidad con la que vive Ancelotti y por qué no creo que piense realmente que tiene opciones de volver a coronarse líder puede resumirse viendo cómo gestiona las sustituciones. Resulta molesto que cuando cierra los partidos mantenga durante muchos, muchísimo minutos a jugadores para los que no tiene un recambio de garantías. Y por supuesto volvió a repetirse el Sábado. Dos ejemplos: 1) la salida de Xabi Alonso del terreno de juego cuando ya había sido sancionado y sabía que se perdía el próximo partido del Bernabéu. Era desperdiciar por completo un cambio ya que no parecía que el público fuera a dedicarle una sonora ovación. Y 2) la salida de Morata a cinco minutos del final con el partido resuelto hacía media hora. No sé como lo ven, pero no tiene sentido que Ancelotti prefiera mantener en el campo a Benzy (al que la escasez le delanteros le deja sin posibilidad alguna de descanso o fallo en su rendimiento) o a Bale (que terminó jugando buena parte de la segunda mitad con un boquete en la rodilla que precisó dos puntos de sutura). El Mártes vuelven a jugar, y el Sábado también. Es jugar con fuego no mover el equipo en cuanto el partido queda encarrilado.

Y hablando de mover piezas, quisiera que alguien me explique por qué juega Bale de inicio por la banda derecha. Creo que todos estamos de acuerdo en que el galés dio un paso adelante por su banda natural. Me parece muy bonito que los extremos quieran jugar a pie cambiado para poder tener un mejor perfil de cara al disparo, pero el Sábado era un día para probar desde el minuto uno que pueden aportar realmente Isco y Bale jugando con responsabilidad y libertad de movimientos. Con Modric cada día jugando más atrasado (y ojo que empezamos a verle visiblemente cansado) y sin la ausencia de más puntas o jugadores en tres cuartos de campo contrario, o alguien se pone el mono de trabajo o ganar cada partido se reduce a destellos individuales. Mientras ganemos parece que todo vale, pero no creo que se puedan sacar seis partidos así viendo todo lo que viene.

Por último, quiero hablar de las pitadas a Illarramendi y Alonso. En el caso de Xabi, al que en alguna ocasión hemos oído su voluntad de acabar su carrera deportiva allí, es sumamente triste que salga de pitado de Anoeta. ¿Seguirá pensado hoy en volver allí? Ignoro qué apego puede tener por su tierra, pero yo me pensaría muy mucho salir de un ciudad que me ha dado tanto, que me valora tanto y donde por encima de todo me he labrado un respeto, una fama, una reputación. Y que vaya tomando nota Illarramendi, porque no parece que sus paisanos le guarden buen recuerdo y no celebrar el gol también le pone en el disparadero de un club que ha abonado 37 millones de euros por él, que le paga religiosa y generosamente a final de mes y que ha dejado 6.750.000 euros como para merecer este desprecio. Hasta el alcalde de San Sebastián reconocía en los micrófonos de Canal que no compartía la actitud de la grada. Tu mismo chaval, yo lo hubiera celebrado a los cuatro vientos.

jueves, 3 de abril de 2014

Cuestión de competitividad


Tras el Barcelona - Atlético tuve la sensación de que no hubiéramos conseguido mejor resultado en caso de jugar por cualquiera de ellos. En lugar del Barcelona habríamos sufrido para sacar un resultado mejor que el suyo. De hacerlo como Atlético, no tenemos esa capacidad de sacrificio necesaria para ayudar en las marcas como se vio durante todo el partido en los de Simeone. En cualquier caso, la idea principal es que ambos equipos, en sus correspondientes estilos, fueron muy competitivos y dignos contendientes a estas alturas de la competición. También llama la atención que Mourinho, planteando partidos muy similares al del Cholo en sus visitas al Camp Nou, fuera vilipendiado sistemáticamente por los medios durante tres años y Simeone salga reforzado de este cruce como el nuevo gurú táctico del momento (impagables los comentarios que se oían en la COPE, dignos del mejor onanismo colectivo). Que quieren que les diga, no descubrimos América al decir que juega en base al equipo que tiene. No es el primero en hacerlo, y aunque es una buena copia, nadie podrá borrar de mi retina aquel monumental partido del Inter de Milán en el Camp Nou (temporada 2009 - 2010) que supuso la eliminación del Barcelona de la Liga de Campeones, un auténtico tratado de cómo amargarle un partido al rival cuando no se tienen efectivos.

Como no, triunfa la lógica con Diego Costa lesionado y Arda con hielo en los abductores. Es una tomadura de pelo a la inteligencia colectiva considerar que se puede jugar Miércoles y Domingo con once jugadores por muy motivados y entrenados que estén. Esto no es 300, es deporte profesional. Lo normal es acabar con el equipo en la enfermería (miren al Borussia) y que llegues muy bajo de recursos en el momento más inoportuno. Afrontar tres competiciones exige una plantilla con fondo de armario para mantener en todo momento al equipo fresco. Obviamente, Barcelona, Bayern o Real Madrid juegan en momentos clave con un once de lujo, pero también planifican al menos otro once que les permita aguantar el tipo hasta mediados de Mayo. Este es el motivo por el que nunca entenderé el empeño de muchos entrenadores en jugar con los mismos jugadores durante gran parte de la competición. Considerar que lo hacen porque algunos jugadores les defraudan con su rendimiento puede ser aceptable en ciertos momentos pero en ningún caso algó válido para todo el banquillo. En el caso de Ancelotti, únicamente él sabe por qué no ha dado oportunidades a los menos habituales cuando el tiempo y los resultados se lo permitían. Por si fuera poco, la dirección deportiva se cubrió de gloria enseñando a jugadores como Coentrao la puerta a principio de temporada y esperan que tras un cúmulo de circunstancias (que por cierto son coherentes y más que probables), sean ahora titulares solventes. Es absurdo que nadie en el Madrid vea que ahora los descartes participan de manera decisiva en el tramo final de Liga, Copa y Champions. Si ahora cumplen, le han salvado el cuello a Carletto. Y si no lo hacen, siempre podrán reprocharle que no le dieron minutos ni confianza. Ya recordamos hace poco que Isco comenzó muy fuerte, perdió el puesto y la confianza del italiano con la misma velocidad (¿bajón físico¿) y ahora vuelve exigido por las circunstancias. El citado Coentrao cuajó una buena actuación con pie y medio fuera de Madrid. Morata (por desgracia) se presume importante de aquí al final para dar relevo a los de arriba. Y Casemiro es un misterio por resolver que no ha explotado porque no han caído Modric o Alonso. Sinceramente, se podría haber gestionado mejor. Por supuesto es totalmente opinable mientras acompañen los resultados, pero les dejo una reflexión: ¿Cómo hubiera gestionado la plantilla el Cholo si le dan el fondo de armario de Ancelotti?

Del partido, y retomando la idea inicial, la buena noticia es que al menos durante una hora, fuimos competitivos. Se buscó la victoria desde el inicio, el karma global del equipo parecía correcto y el Borussia en ese tramo de partido no complicó las cosas en exceso. De hecho, cuando quisó entrar en la eliminatoria ya era demasiado tarde. La mala noticia es que el 3-0 nos dio una suficiencia incomprensible: Reus se infló a meter balones a sus compañeros y si en el tramo final caen dos goles para los bávaros no hubiera extrañado a nadie. Evidentemente, también pudo caer alguno más en nuestro casillero, pero el intercambio de golpes en competiciones a doble partido no suelen interesar a nadie. Por fortuna, ayer volvimos a ver la mejor versión de Canelita y sobre todo de Pepe (y le pese al que le pese sigue siendo con Mourinho). Puedo llegar a entender que el pipero conmute los pecados pasados del portugués con partidos como el de ayer. En la misma medida, para muchos de nosotros seguirá siendo un Júdas, traidor a sus benefactores.

En cualquier caso, eliminatoria encarrillada y a pesar de que Cristiano sale tocado (y gracias), ganamos tiempo y sobre todo confianza para un fin de semana movidito. Sólo me queda plantear la pregunta para abrir la caja de Pandora: ¿Abrazarían Pepe y Canelita a Diego López de la misma manera que hicieron con Casillas si el gallego hubiera blocado el balón al punto de penalti? Porque si hay que decir que el Topo cantó y que estos dos sólo se esfuerzan cuando juega él, se dice y no pasa nada.