No sé cuantas veces a lo largo de la historia de este blog he hablado de la importancia de los detalles en la grandes citas. Y si un detalle trivial puede generar un auténtico efecto mariposa, todo lo visto anoche es la razón por la que se cerrase el partido con un resultado insólito. Recordemos que el Barcelona remonta un 2-1 y un 3-2 con dos penaltis en campo contrario, es decir, un auténtico disparate. Hoy me pregunto como es posible que nadie en el Real Madrid sea capaz de incordiar lo suficiente en las designaciones arbitrales para evitar que este tipo de personajes arbitren partidos de este calibre. No obstante, no creo que Undiano sea el único o principal culpable de la derrota, ya que el Madrid cometió demasiados pecados capitales y tuvo ocasiones de sobra para paliar el efecto Undiano. De hecho, recordemos que tuvo el partido de cara tras el penalti fantasma.
Muy, pero que muy mala noche de Marcelo y Carvajal. Ya el 0-1, tras fallo de marca de Carvajal a Iniesta, avisaba de que lo iban a pasar mal. Y ver todo el partido como el Barcelona buscaba balones a sus espaldas era un síntoma evidente de que Ancelotti no había trabajado este punto, ya que nunca llegaron ayudas a los laterales. De hecho, el equipo tan parecía contagiado del espíritu que Ancelotti promulgó toda la semana de salir a por el Barcelona, que en muchos momentos desconectó de tareas defensivas. Hay que aplaudir esta determinación del técnico (hacía muchos derbis que el Madrid no tenía tan claro que podía ganarle al Barcelona) en la misma medida de que no pareció contemplar nunca ir por detrás en el marcador. Las caras de los jugadores ante cada jarro de agua fría era un poema. Y lo más incomprensible, es la incapacidad del Madrid de cerrar en los citados 2-1 y 3-2 el partido, bien planteando un partido duro y farragoso en la línea de Mourinho con un triple pivote y mucha garra, bien siendo más competitivo. En cualquier caso, el prisma de darse por contentos con el intercambio de golpes, fue un error de peso y que cuesta tres puntos clave.
Aunque todo lo comentado de Undiano, de la inmensa empanada defensiva e incluso el planteamiento pueda ser importante, hasta el 3-3 nada de todo esto era ni mucho menos definitivo. Es más, el aura de negatividad que impregnó el ambiente nos hizo olvidar que hubiera sido un gran resultado, y por ello el único punto de ruptura real en el partido es la expulsión de Canelita. Hoy se debate si hace por golpear a Neymar o evitar el contacto, pero la realidad es que la de Ramos es la enésima ocasión en que mete la pata en una gran cita. Y sinceramente, ya resulta molesto que no tenga dos dedos de frente para controlarse. Insisto que el 3-3 dentro de lo malo, no era tan crítico como un 3-3 con diez jugadores menos y media hora de partido por jugarse. Sigue la leyenda de que el Madrid no acaba nunca con once pero con actitudes como esta, difícilmente superaremos este trance. A toro pasado, ahora me preguntó si no hubiera sido más adecuado alinear a Varane junto a Pepe y relegar a Canelita al lateral, al banquillo, o a su casa con su familia. Pero por favor, que alguien le pida que deje de hacer el canelo de esta manera y que se controle. Fue algo tan absurdo como el emparedado de Carvajal y Alonso a Iniesta que supuso el 4-3. En cualquier caso, si vieron como perdió el Castilla contra el Mallorca, queda claro que fue un fin de semana para el olvido.
Ser crueles con la defensa no exhime del ojo crítico a lo que consideró Ancelotti que debía ser su equipo en ataque. Bale volvió a quedarse en el sillón de casa, disfrutando de una Coronita y unos nachos con queso. Correteo un par de veces y tal, pero de verdad que necesita dosis industriales de actitud e ilusión. Recuerda mucho en su temple a la versión descafeinada de Benzema cuando Mourinho le comparaba con un gato. De hecho, parece un gatito de cien millones que no impone ningún temor a los laterales. Y por favor, que alguien le ponga en banda izquierda de una santa vez. Me hablan del Ronaldo y de su determinación para jugar como extremo izquierdo como el principal lastre en este punto, pero me niego a creer que sea algo inamovible y que no pueda adaptarse a las circunstancias de cada partido. Es más, lo mejor del Madrid lo vimos con Di María en banda izquierda, quitando rivales del área de influencia de Benzema, quien ayer dio tantas de cal como de arena. Pese a todo, su balance sigue siendo positivo, más aún si consideramos que jugó tocado y que la broma de Canelita le mandó al banquillo antes de tiempo. Estamos de acuerdo que con uno menos, no es un buen momento para analizar lo que aporta el francés al ataque, pero lo cierto es que con él desapareció cualquier opción real de peligro más allá de lo que pudiera hacer un Cristiano, completamente desangelado y dividido por todo el frente de ataque.
Muy roto el equipo, la noche fue muy dura para Modric y Alonso, superados numéricamente en todo momento y relegados de cualquier tareas ofensiva. No crean tampoco que el Barcelona diera un baile táctico, sencillamente se aprovechó del suicidio colectivo del madridismo tras cada palo anímico y de los fogonazos de Undiano. Supo recuperarse dos veces de la adversidad (vean la cara de Gerardo tras adelantarse el Madrid) y aprovechó sus oportunidades. Habrá quien hable de mérito blaugrana, otros de errores madridistas. La realidad es que entre tanto alboroto, Messi aprovechó una vez más la coyuntura para anotarse otro hat trick. También hay quien considera que el Topo hubiera parado alguno de los penaltis y que Diego López suspende en la noche de ayer. Visto lo que llevo escrito, me parece que el resultado es justo y el toque de atención necesario de cara a la recta final. Pudo ser mucho peor.

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