Tengo una conversación de Whatsapp en el minuto 25 de partido donde comento que vamos a perder por 2-1 y que marcará el Sevilla en el 70. Me equivoqué en dos minutos, pero no en el tipo de partido que se fraguaba: perdonando demasiadas ocasiones, jugando con demasiada tranquilidad y sin la presión que debería haber impuesto saber que Barsa y Atlético ganaban, es decir, sin agresividad alguna. Hasta la casta ha perdido este equipo que no es capaz de corregir el rumbo del partido con 25 minutos por delante. Hemos visto tantas veces como se cumple el tópico "aquel que perdona lo acaba pagando", que resulta increíble que no hayamos aprendido la lección. En cualquier caso, ni el Madrid ha sido el equipo tan temible de hace tres meses ni la caricatura que parece ahora. Ha sido bastante regular, pero muchas circunstancias han maquillado a un equipo que al igual que otros tanto proyectos deportivos de la última década, desaparece por completo en los momentos críticos de la temporada. Esta entrada va dirigida a todos aquellos que se han dejado llevar por la pasión.
La gestión de la portería. Respaldó Ancelotti la decisión de Mourinho de jugar con Diego López. No lo hizo con pasión alguna, simplemente aceptó los informes técnicos que señalaban a principio de temporada el mejor estado de forma de Diego López. Sin embargó jamás apoyó al gallego (recordemos las célebres declaraciones de Mourinho donde afirmaba que era su portero: no las hay de Ancelotti) sino que en varios ocasiones ha flirteado descaradamente con la posibilidad de alinear al Topo a final de campaña. Tela. Meses después un socio me comenta que no le da ninguna tranquilidad ver a Diego bajo palos. En parte, debo darle la razón, pero también quiero decir que me sorprende su capacidad de aguante con tanta presión, con parte de tu propia afición mirando con lupa cada intervención, recordándote que has sentado al capitán del Real Madrid, al yernísimo y al capitán de La Roja (que no la Selección Española). Da la impresión, tras una noche donde cae degraciadamente Valdés y Diego parece desangelado, que Casillas volverá a la portería de club y selección no por méritos propios, sino por un cúmulo de desgracias, infidelidades y mala suerte.
Centrales. Consecuencias del Canelitagate y cortocircuitos varios nos dejan anoche sin la pareja titular de centrales. Pero incluso de haber jugado, la versión actual de Pepe y Ramos es la peor de largo en cuatro años. Se llena la boca el pipero con ellos pero siendo serios, a día de hoy no son muros, no dan seguridad y para colmo no tienen repuesto. Díganme a dónde vamos si un jugador como Bacca se las apaña el sólo contra toda la defensa madridista para desquiciarles y marcar dos goles. Les doy la respuesta: derrotas contra todos los equipos en posición de disputar Liga, Copa o Copa de Europa. O lo que es lo mismo, una defensa que no vale para nada cuando llega la hora de la verdad. No sé que opinión tienen Ramos y Pepe de Mourinho, pero alguien debería ponerles a ver los vídeos de cuando jugaban para él. Han pasado de ser la mejor pareja de centrales de Europa a dos jugadores muy por debajo de su categoría.
Laterales. Muchos de los goles que recibe el equipo parten de jugadas a la espaldas de los laterales. No es algo nuevo que se haya detectado este año, pero sí empieza a ser dramático. Cuando fichamos a Carvajal comentaba que Arbeloa sería un gran suplente, porque si bien no gana partidos, contribuye positivamente a no perderlos. Tras los partidos contra Barcelona, Atlético, e incluso Sevilla si me apuran, parece que Carvajal no sólo no cumple con el propósito que le encargaron de ayudar a ganarlos, sino que colabora en perderlos. En estas semanas no leerán halagos sobre el segundo mejor lateral derecho de la Bundesliga, ya que en nuestra retina permanecen demasiados fallos de marca que podría haber evitado. En el caso de Marcelo, todo lo comentad se agrava seriamente, ya que parece muy lejos de aquel baluarte ofensivos que decidía partidos y se mueve en niveles defensivos de sus dos primeras temporadas en Madrid. Para mí es uno de los puntos débiles en el planteamiento de Ancelotti, ya que no ha dado con una solución de compromiso para corregir el rendimiento ni ha podio compensar sus carencias con trabajo de equipo. Rotaba cuando era innecesario y halagaba gratuitamente. De Coentrao no hablo, porque me parece absurdo que un jugador entre y salga de los planes del club con la misma facilidad. Esas culpas recaen en la dirección técnica y estas operaciones impiden que exista compromiso alguno por parte del jugador.
El centro. Anoche me preguntaba si el Casemiro de pretemporada no hubiera aportado algo más que Illarramendi, otro jugador correcto, pero también muy lejos por el momento de la capacidad para decantar partidos. Es un misterio que pasó con el brasileño. Aplaudimos la vuelta a los terrenos de juego de Alonso y ensalzamos a Modric hasta la saciedad. Pero una vez más, nos dejamos en el tintero a los repuestos. La cantidad de minutos que ha negado Ancelotti al banquillo esta temporada con partidos resueltosy muchos minutos por disputar, se agrava especialmente en esta zona del campo. Parcheado con Di María, al italiano le parecía una medular consistente. Y lo ha sido, pero en cuanto una de sus tres piezas no rinde al mismo nivel, el equipo baja notablemente en su rendimiento. No digamos nada cuando uno de ellos se pierde el partidos y los otros acumulan demasiados minutos. Vamos a ver que plantea el italiano ahora.
Bale. Coincido que seguramente la temporada que viene será otro jugador. Pero por desgracia seguimos en esta, y de verdad, asumamos que ahora mismo es una caricatura. Es dramático que estuviera fuera del terreno de juego cambiándose una bota y no se coordinara con la zaga para salir. Es un grave problema de comunicación. La tarjeta amarilla que se lleva anoche difícilmente se la hubieran sacado a Cristiano. Y lo peor no es eso, sino la cara de mendrugo que se le queda, a la altura de su aportación al juego del equipo. Bale es de largo el que más lejos queda de lo que espera de él, y no por su coste, sino porque forzosamente tiene que ser mucho mejor jugador de lo que vemos, que por cierto es muy poco. En su defensa hay que decir que no ha engañado a nadie: lleva meses al mismo nivel y ha sido el propio madridismo el que le ha ensalzado en exceso por un par de cañonazos y sprints. Y pese a todo tiene suerte, ya que si no se le ha juzgado más se debe a todos esos goles y asistencias determinantes que ha sumado Jesé durante el invierno. El problema es que el canario ha llegado a coste cero, cobra un millón de euros y ha planteado un debate real de sentar al galés. Esto reduce todo a una cuestión de adaptación: al país, al club, a sus compañeros e incluso así mismo. Por desgracia en Marzo no hay margen para la paciencia y ahora mismo suspende clamorosamente por mucho que la prensa se llene la boca con la BBC y demás panochadas. Hoy quedan fuera de lugar.
Benzema. Si en la anterior entrada recalcaba que no se puede ganar un derbi encajando cuatro goles, en esta toca decir que difícilmente ganas un partido fallando todo lo que perdonó el francés en la primera parte para desaparecer del mismo paulatinamente. Y aunque entiendo las críticas a Benzema, habría que verlas en contexto, una vez que el club prescinde fichar a otro delantero de peso y le obliga sí o sí a cumplir cada noche. Problema añadido: tampoco esta Özil para asistirle y dado que Bale sale de la ecuación y Cristiano no parece muchas veces por la labor de tocarla, díganme cómo va Benzema a ser un nueve puro, ese delantero que necesita el Madrid en partidos como el de anoche, sin juego por banda y como Modric como único jugador con posibilidades reales de habilitarle. Y atentos a la solución de Ancelotti: el cambio de Morata en el 44 es sólo comparable al de Kaká in extremis la temporada pasada contra el Borussia. Hubiera sido trágico que hubiera marcado el empate. Demencial que firmase la remontada.
Bandas. Díganme como abre un equipo una lata como la del Sevilla anoche sin juego alguno por banda: ni extremos, ni interiores, ni nada de nada. Doble pivote, Cristiano y Bale libres y todo se convierte en una tratado sobre cómo penetrar por el centro. Sacrificar tanto es un debate aceptable dada la categoría de esos jugadores. Lo que no es de recibo es que no haya un sólo jugador de banda de repuesto. Hace tanto tiempo que no veo un centro desde los extremos del campo que me preguntó si ese tipo de juego era un modelo de otra época. ¿Dónde quedaron esos equipos con un diez clásico asistiendo a delanteros y banda? El doble pivote ha condenado al ostracismo a la belleza táctica. Ganan individualmente aquellos jugadores capaces de afrontar imposibles, pero perdemos los que consideramos que con el 4-4-2 clásico se gana presencia en área, bandas y juego colectivo. Quiten a Illarramendi anoche, Isco de media punta, Ronaldo más adelantado y con un jugador en banda izquierda, la cosa habría cambiado. Y todo ello manteniendo cuatro defensas, que recordemos fueron incapaces de incapacitar a Bacca.
En resumen, nada nuevo para quien haya seguido con cierta asiduidad Chalibú. Vamos a ver si recuperar el factor campo sirve de algo y Carletto es capaz de reaccionar y darse cuenta de que necesita mover al equipo. Pese a todo, sigue con opciones reales en todas las competiciones. Y si no lo consigue, seamos pacientes: hay tiempo de sobra para cortarle la cabeza.

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