lunes, 10 de diciembre de 2012

Magia en Valladolid


Que nadie se engañe. Manucho no es el nuevo Drogba. Es el último beneficiario de la desastrosa gestión de los balones a balón parado y especialmente de lo que sucede en el área pequeña, donde Casillas parece no oler ni una a la vista de la cantidad de puntos que ha cedido el equipo en jugadas de este estilo. Los asiduos al blog, recordarán las entradas donde hemos ido comentando este asunto. Otra cantada que pudo sumar otros dos (o tres) puntos a la cuenta de nuestro portero como diría Mourinho. Personalmente, creo que sigue lejos de la fecha de caducidad que le otorga el portugués pero con 31 años a sus espaldas y una clara disminución de milagros no es ninguna locura ir suministrándole algo de competencia e ir abonando el terreno para el futuro guardameta. Casillas, como cualquier otro jugador, no debe ser ni mucho menos intocable y de vez en cuando tiene que tener un plus vital que le recuerde que la vida pasa. Y pasa rápido para un futbolista.

Y es que, si el sábado el asunto no pasó a mayores fue por Özil. Por el Özil que nos gusta, que tiene magia, presencia y nutre el juego colectivo. Sólo falta que Cristiano le consienta tirar las faltas de su perfil para que se luzca y motive con estos lanzamientos. Si bueno fue el balón contra el Borussia, el visto en Valladolid es vitamina pura. Es una buena noticia que Mesut quiera jugar al fútbol porque no hay nadie más capacitado en la plantilla para dar ese último pase.

De todas formas, a pesar de la notable imagen ofrecida en líneas generales por el equipo, hay que reconocer a Mourinho la victoria por encima de todo. Brillante restructuración y motivación del equipo durante todo el partido, donde fue amo y señor a pesar del resultado y con la clara sensación de que la remontada era cuestión de tiempo. Se tiene una plantilla para moverla y usarla. Sobre todo cuando las cosas se ponen difíciles. Di María, por ejemplo, era carne de banquillo desde hace muchos partidos, Callejón administra óptimamente sus minutos en el campo, Modric da respiro en el momento justo y en resumen, hay soluciones a la vista cuando apretan las circunstancias. Y circunstancias hay muchas, como esa eterna sombra del villarato. Si todo el mundo podía apreciar que no había fuera de juego en la acción de Ramos es incomprensible que un linier profesional levante el banderín. Y más incomprensible aún que Manu Sarabia (que no se qué demonios pinta retransmitiendo jornada sí jornada también al Real Madrid) y su compañero de retransmisión pasen de puntillas por la jugada. Es nauseabundo ver un partido en Canal Plus, incluso cuando se remonta tan magistralmente.

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