Para lo que ha quedado la copa del Rey. Ya no es que sea una competición ninguneada para los equipos grandes donde los más modestos buscan un momento de gloria, con precios populares y que nos deja lamentables espectáculos en la final al escuchar el himno, sino que a partir de hoy se va a convertir en un juicio popular contra el madridismo. Ni la cantera, ni el partido, ni el resultado, ni la clasificación le importa a nadie en comparación con el morbo
Y es que a pesar de los esfuerzos del Director de Relaciones Institucionales por no hacer un ridículo espantoso cada vez que sale en televisión y negar lo evidente, en el Bernabeu anoche se oyeron cánticos de protesta y pitos. Si en política todo un país es capaz de darle la mayoría absoluta un partido y discrepar en cuestión de meses, no hace falta ser un genio para darse cuenta que un entrenador como Mourinho que tenía (y tiene) el apoyo de la masa social de repente parece el enemigo público número uno. ¿Tanto ha cambiado la situación de la noche a la mañana? Pues parece que sí. Pero no cambia espontáneamente en la mente del individuo si no es por un estímulo que procede de las influencias a las que esta sometido. ¿Más pistas? Periodismo. Ya sea por televisión, radio o escrita es vergonzoso el acoso y derribo al que está sometido el madridismo en comparación con un Barcelona al que sólo se menciona para alabar las bondades de su juego, el inconmensurable carisma de sus integrantes o sus valores como institución. No es sorprendente que lo hagan, lo es que el club no reaccione ante el tremendo desgaste que sufre la marca Real Madrid. Si hay que quitar a Mourinho del mapa batiendo todos los records, renovar toda una plantilla que ha rozado la décima copa de Europa y bajarse los pantalones pues que así sea. Pero tengamos todos presente que un símbolo para millones de personas en todo el mundo no se puede consentir que lo corrompan vilmente gente como Matallanas, Relaño, Sámano, Palomar y compañia.
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