Después de ver el monumental partido del área de baloncesto, ver fútbol en días como el de ayer te deja un poco frío en lo que a actitud de los jugadores se refiere. Y mira que el partido, dada la gran cantidad de palos y juego sucio que impuso el Valencia desde el inicio, se antojaba complicado para Rudy, Llul, Mirotic y compañía. La diferencia reside en que todos sabíamos que los hombres de Laso, remontaban o que en el peor de los casos estarían en disposición de disputar el último cuarto. Es lo que tiene un equipo que sabe a lo que juega, que lo hace de memoria y que por encima de todo, parece sabiamente dirigido en el área técnica. Vamos, exactamente lo mismo que parece hacer Carlo Ancelotti.
Y es que a los cinco minutos de partido en Mestalla, quedaba muy claro que el Madrid se disfrazaba otra noche más de equipo aburrido, cansado, con una resaca considerable y que no parece incomodarse deambulando por el terreno de juego. Estimados, es duro afrontar la realidad, pero resulta complicado encontrar un once titular que raye a gran nivel jornada tras jornada. Al menos positivamente, porque Sergio Ramos parece decidido a conseguir a pisar banquillo lo que resta de temporada. Dos graves errores de concentración dificultaron otra noche para pasar página y ya son demasiadas las que Canelita lleva esta temporada. Al lado de Nacho, un jugador más sobrio, sin complicaciones ni frivolidades en su juego y con mucha menos capacidad mediática, resultan en exceso sonrojantes las pretensiones del sevillano. Ya va siendo hora que alguien de su entorno le cuente sin rodeos lo poco profesional que parece. Y si no quiere hacerlo, siempre puede pasearse por las redes sociales, donde acumula piropos a miles.
También hablábamos la semana pasada del extraño caso de Di María, un jugador capaz de lo mejor y de lo peor y que ayer nos dejó otra pincelada de lo bien que hace lo extraordinario y las complicaciones que tiene a la hora de interpretar los lances más triviales del juego. Con un nivel de pausa similar al de Modric o Alonso sería bastante mejor jugador, aunque probablemente no se llamaría di María. Tampoco Benzema. Anoten otra noche de regalo del francés, a la sombra de los centrales, lejos de cualquier línea de pase abierta y sin posibilidad alguna de anotar. No lo habría conseguido ni aunque el partido durase noventa minutos más.
Quien necesita poco para demostrar lo que lleva dentro es Jesé. La cantidad de cosas buenas que aporta en comparación con los minutos que juega es descomunal. Y si no lo hace más es porque su entrenador es un político que no tiene los arrestos necesarios para disponer del once que quisiera. No se atrevió a desterrar al topo, quitó a di María en un gran momento de forma para introducir a Bale con calzador, le fue impuesto un jugador llamado Isco que poco tiene que aportar en su esquema y por supuesto no puede hacer que el canario juegue todo lo que debería. Pero así es Ancelotti: agrada a casillistas, agrada a la prensa (y eso que últimamente algo huele a podrido), agrada a todos y como buen miembro de honor de esa hornada de entrenadores aficionados al señorío y encabezada por el marqués de Salamanca, nadie le pillara nunca en un renuncio. No obstante, Jesé recuperó dos puntos perdidos para la causa a pase de un jugador con todas las letras: Luka Modric. Me alegro por ellos.
Y esto es todo por hoy. Todos tenemos derecho a la resaca.
Feliz Navidad a todos.




