Se deja el Madrid tres puntos en el Benito Villamarín, la estela de la Liga, las últimas fuerzas del entrenador mas criticado de su historia y la poca paz institucional que quedaba. Es difícil perder mas en dos horas de partido de una manera tan dramática. Y es que cuando se lucha contra el universo se pierde irremisiblemente por agotamiento. Poco importa si la culpa es del entrenador, de los jugadores o de la presión ejercida por los panfletos deportivo: es tal la entropía que rodea al club en la actualidad, que lo asombroso es que alguien sea capaz de mantener la cordura, la estabilidad y la concentración requeridos en proyectos deportivos de esta magnitud.
Desestabilizado y corrupto el Madrid, solo queda determinar hasta donde llegará la destrucción. Como primera víctima, parece que Mourinho abandona la toalla tras quedarse muy sólo en su lucha. Si todo el apoyo son un tweet de Arbeloa sobre la película "Ratatouille", mal vamos. A Mourinho no le faltan razones de peso e indudablemente ha metido el dedo en la llaga de los males endémicos de esta institución, pero no puede dinamitar una institución para demostrar lo evidente. Con plenos poderes deportivos y sociales, confió el luso en despertar a un elefante dormido que de paso sirviera para acrecentar su imagen. Creía contar con el apoyo de un presidente que debería tener un rol principal en el mundo UEFA y encontró un hombre con silencio y prudencia autoimpuestos desde el affair de los galácticos. Creía contar un par de portavoces que le relegaran en diversas ocasiones de la primera línea de batalla y encontró a dos individuos incapaces de representarse siquiera a sí mismos. Creía contar con una junta directiva que le apoyara en su gestión y encontró directivos más pendientes de mantener cálido su asiento en el palco que en gobernar el barco. Creía contar con un equipo que obedeciera ciegamente sus órdenes y encontró un vestuario repleto de iconos mundiales discordantes con sus decisiones. Con todo ello se enfrenta Mourinho al "periodismo deportivo" mas subjetivo, repulsivo e interesado de este deporte, a una masa social donde la pantomima del señorío y la caballerosidad les ha llevado a poner la otra mejilla y el trasero si hace falta, a una broma de mal gusto llamada villarato que ya pasa de castaño oscuro y, en ultima instancia a Platini, designado por Dios ante los hombres para impedir por todos los medios que el Real Madrid tenga el más mínimo crédito en Europa. Evidentemente de saber donde se metía, se hubiera quedado en Milán y a buen seguro los rumores sobre su próxima etapa en tierras inglesas están bien encaminados. Para el madridismo quedará en el futuro la decisión de poner el club en un modelo de negocio basado en el grupo Prisa, con chupópteros de toda índole cebándose en el Asador Donostiarra, una marioneta en el banquillo y cuatro niños de papá en el campo que adoren els valors, la humildat y el seny. La alternativa es apostar por un club que tenga los testículos al mismo nivel que el señorío y todo lo que ello implica. Jose Antonio Camacho aguantó tres meses al ver donde se metía y Mourinho ya huele a pino en Concha Espina. Como dice el gran Juan Manuel Rodriguez, la batalla contra el alma del madridismo se decide próximamente y toca posicionarse.
No obstante, no se puede eximir a Mourinho de culpa alguna. Tenerla, la tiene en muchos aspectos. El más destacable es el error de querer masacrar a un enemigo sin darle una escapatoria. Bajo esas circunstancias cualquier animal lucha a muerte y más si encuentra apoyos en otros bajo la misma situación. Pero también hay que pedirle cuentas sobre la mas que discutible gestión que ha realizado en la confección de la plantilla, las relaciones institucionales o el estilo de juego. Estilo que por cierto se queda a término medio de lo que diseño con Chelsea o Inter y lo impuesto por la casa.
Y es que el sábado el Madrid jugó con un punta contra un equipo que únicamente posicionaba un jugador mas allá de los tres cuartos de campo. Y claro, el equipo no esta acostumbrado a jugar en estático sin presencia alguna en banda desde la lesión de Marcelo, la nula participación ofensiva de Arbeloa y la tendencia al centro de Di María desde que los panfletos halagaron sus virtudes como asistente. Sumémosle la espesura general, los innumerables centros al área (mejor dicho, a la nada) que el equipo colgó durante todo el partido, el hecho constatado de que jugar con Khedira-box-to-box es hacerlo a todo y nada, que Kaká debe estar fuera en el mercado invernal, que los cambios no aportan nada y tenemos el desastre del Villamarín donde únicamente se salva Ramos. Y esto, sí es culpa de Mourinho por no tener una plantilla equilibrada, por su gusto por el fango en el centro y por haber conseguido que un jugador de banquillo no aspire a ser titular. El gol de Beñat, fue únicamente un detonante circunstancial, un accidente. No lo es que se anule un gol por fuera de juego de un metro, que otro penalti más pase inadvertido o que Alkorta vea amarilla clara para Pepe en los microfonos de Canal +, pero son efectos de una batalla que toca a su fin y que pide a gritos un final ante tanta sangría.