Menuda quimera que el Bernabeu acabara pidiendo la hora en un partido que pudo dejar zanjada la eliminatoria en la primera parte con un 4-0 en el marcador. Únicamente dos paradas de Valdés a Higuain que le redimieron de su "jaimitada" de la ida y una obra de arte de Messi, dieron aire a un Barcelona totalmente irreconocible y errático en el campo ante un Madrid que cuando apela al espíritu de Juanito, la cofradías del clavo ardiendo y demás leyendas propias, sufre una catarsis sólo comparable al Ultimo Guerrero y su baile de San Vito. Solamente se puede reprochar no cerrar el partido a tiempo y volver a cometer un par de despistes puntuales que casi amargan la noche a la grada.
Y es que en esta ocasión el equipo si mostró la motivación adecuada para afrontar un partido físicamente muy duro con una gran cantidad de detalles inusuales en estos choques: posesión equilibrada (mala noticia para los blaugranas, acostumbrados a disponer del balón en todo momento), un Barcelona esperando su oportunidad a la contra, un Madrid proponiendo y tomando el control en muchas fases, rarezas en varios jugadores como los casos de Higuain fallando goles a mansalva (se pudo ir con un hat trick y se fue reventado a la caseta) o Khedira apareciendo en el área y un buen arbitraje de Mateu Lahoz, arbitro predilecto de Mourinho (y de muchos madridistas) por otro partido, donde a pesar de los absurdos que genera en el juego ciertos aspectos de su arbitraje, cumplió con nota; no así el linier incapaz de ver la mano de Pique a medio metro de distancia y que sirve de muestra del verdadero nivel arbitral que tiene nuestra liga.
La gran diferencia de la eliminatorio radicó en esos momentos clave donde un detalle lo decide todo, personificados en el acierto de Casillas y los fallos (o errores) de Messi o Valdés. Por ello llama la atención que Tito Vilanova, orgulloso del juego de su equipo con diez (habría que preguntarle si también lo esta de lo visto en la primera parte), se quedara en la rueda de prensa con el estado de césped. Es una lastima que cuando la caverna mediática catalana y el club apelen a la "humildat" encajando el resultado, Tito salga por estos derroteros tan endebles. Esta demasiado nervioso en el inicio de temporada y desde luego no es Guardiola.
La próxima Supercopa en China y a partido único, muestra del absurdo mercantilismo de la RFEF.

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