Incluso recibiendo una manita en el Bernabéu salió Jémez profiriendo todo tipo de improperios contra los hados. Hablamos de la fortuna, del villarato, de goles anulados y de cualquier cosa que sirva para abstraerse de la realidad: al Rayo le pasaron por encima de la misma manera que a otros tantos rivales esta temporada. Es tan cierto que momentos puntuales del partido les fueron desfavorables como que pudieron llevarse a casa algún gol más sin muchas complicaciones. Porque claro, Jémez, un hombre de mundo, eminencia futbolística capaz de trolear a Zidane, considera que salir al Bernabéu con una defensa muy adelantada el día que reaparece la BBC es un buen planteamiento. Fíjense si es original este tipo que la idea al llegar a tres cuartos de campo madridista era mover el balón a los extremos y buscar la fortuna con algún centro. En ningún momento pensó que le daba en bandeja de plata el control del centro del campo a un Antonio en modo imperial. Si de por sí el alemán esta jugando como los ángeles, darle estas facilidades me parece un pecador mortal. Yo no tengo el título de entrenador y por ello no me puedo permitir el lujo de ningunear a Zidane, pero si tuviera una oportunidad de enfrentarme al Madrid como técnico, jugaría todas y cada una de mis opciones a dinamitar el centro del campo. Kroos y Modric jugarían el partido más asfixiante de su carrera y a partir de ahí vería donde me llevan noventa minutos en el Bernabéu. Lo que nunca se me ocurriría es colocar la defensa a treinta y cinco metros de la portería y regalar el centro del campo. Es un disparate se mire por donde se mire antes que hablar de robo.
Que un mediocre como Jémez sea el último tonto útil de un club de antimadridistas declarados no es casualidad. En estos días ha recibido la insignia de oro de la peña 'El Cencerro' por mantener al club en Primera División los dos últimos años y firmar su mejor clasificación histórica, lo cual no quita para recordar que antes de todo eso recibía una cantidad de goles exagerada. Sus coqueteos con el descenso eran más que evidentes y por descontado que no era tan prolífico a la hora de sentar cátedra sobre cómo gestionar un banquillo: eran los días donde la amenaza de acabar en la rue eran reales. Y cómo suele ocurrir en este tipo de cuentos, los dioses del fútbol se apiadaron del pobre Jémez y le asearon el trasero. Y aunque es lógico que esté agradecido a los pocos que le daban crédito en aquel entonces, me cuesta entender qué puede haber mamado de Vallecas alguien nacido en Canarias, traspasado en su primera temporada como jugador en el Rayo para arrojar tanta bilis cuando se refiere a nuestro bien amado club. Sintiéndolo mucho Paco, jamás entrenarás al Real Madrid. Has de vivir con ello.
Si lo del entrenador es de traca, hablar de los pseudoseguidores del Rayo es un fenómeno digno de estudio. Recordemos que no hace tanto tiempo, en la época del pay per view donde nos rasgábamos las vestiduras por el precio del fútbol, muchos "madridistas" peregrinaron a Vallecas para poder ver de cerca al Real Madrid, Barcelona o Atlético. Si no podías ser del Rayo siempre te quedaba el Leganés o el Getafe: lo importante era ver fútbol en directo y sacar pecho cuando se hablaba de los tres equipos de la capital. Era como ser de papá, mamá y del abuelo. El problema para el madridismo es que este período fue un caldo de cultivo para tránsfugas. Conozco madridistas de cuna que han invertido más como aficionados de otros equipos que en nada relacionado con el Real Madrid. Y lo que es peor: pagan religiosamente un abono en Vallecas al lado de gente abiertamente antimadridista para darnos lecciones de moral a los que permanecemos fiel a nuestros colores. Los equipos son como las mujeres: puedes tontear con las que quieras pero únicamente serle fiel a una.

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