martes, 27 de mayo de 2014

Reflexiones finales en torno a la Décima


No lo he pasado peor en mi vida viendo un partido de fútbol y por eso debo dar gracias a Dios por haber sobrevivido a la mayor cantada de la historia de la Liga de Campeones. He sobrevivido a Iker Casillas, capitán del Real Madrid, de La Roja (que no de la Selección Española), compañero ejemplar, el hombre que toda madre quisiera casar con su hija, santo elevado a los altares al que per secula seculorum deberemos agradecer todo lo que nos ha dado e icono de mojabragas y del piperos chic. Si se le ha perdonado lo lamentable y patético que resulta verle bajo palos en jugadas a balón parado, su pésima actitud como capitán y compañero, que haya antepuesto sus intereses personales a los del madridismo, sea íntimo amigo de declarados antimadridistas, flirteado con su salida del club en varias ocasiones, consentido que su pareja desmintiera públicamente al presidente en prime time, confabulase para despedir a su jefe y un largo etcétera de calumnias dignas de los mayores deshonores e ignonimias, entonces comprendo que los dioses del fútbol impidan que hoy sea portada de todos los fanzines. Hemos de dar gracias: Iker Casillas de la Concepción de todos los Santos, no es el máximo responsable de la mayor decepción del madridismo en toda su historia. Doy gracias en la misma medida porque Diego López no hubiera firmado esa acción, hoy tendría que buscar un país donde vivir.

Es irónico que su redentor sea Canelita "de mi vida", eterno sospechoso de alta traición junto a Pepe (personificación de Judas que espero que tarde o temprano pierda el puesto en favor de Varane) y que a pesar de firmar un inicio de temporada lamentable ha reivindicado su derecho a cobrar 9 millones de euros limpios de polvo y paja con los que alimentar a su prole. Mejor delantero que Benzema y Morata en este final de campaña, hoy nos preguntamos que valor real tiene el gol de Ramos en el minuto 93. Redime a un portero falto de crítica, a un entrenador absolutamente cagón y sobrepasado por las circunstancias que no ha sabido gestionar correctamente una plantilla de presupuesto astronómico, un estilo de juego burdo e impropio del talento de sus jugadores y la sensación de que pudo ganar todas las competiciones con autoridad y solvencia. El coqueteo del equipo con el fracaso ha sido la tónica habitual y con semejante fondo de armario no puedo evitar una reflexión necesaria y constructiva. Por ello las próximas líneas van enfocadas a examinar todo lo que el Real Madrid va pasar por alto una vez conseguida una Copa de Europa que llega muchos años tarde.

Es el momento de vender a Marcelo. Empezó la campaña como titular dada la negativa de Coentrao a seguir y vivió durante meses como un auténtico holgazán. Hasta que punto se rascó sus partes, totalmente fuera de forma, que el retorno del portugués impuesto por las circunstancias supuso un auténtico soplo de aire fresco. Y en la final, a mediados de la segunda parte, Marcelo era uno de esos jugadores que tenía, con justicia, pie y medio fuera del Real Madrid. Es cierto que su presencia fue determinante en la victoria pero ello no impide reconocer que ha sido de las peores temporadas del brasileño en Madrid y que su rendimiento ya lleva demasiado tiempo en entredicho. Tiene cartel, estoy completamente seguro de que hará un extraordinario Mundial y es la última ocasión productiva de sacarle al mercado. Más allá de ese punto puede ser tan decisivo como inútil. Demasiada incertidumbre para un jugador que debería moverse toda su carrera en el once ideal de la UEFA y que tiene un exceso evidente de tejido adiposo. Todo lo contrario que 
Carvajal, quien finalmente parece un titular de garantías y que tendrá en Arbeloa un remcabio de lujo. Entre ambos dan mayores garantías a su lateral que Marcelo y Coentrao.

La figura de Di María es probablemente la más controvertida de mis pensamientos. Sigo pensando que vimos lo mejor de su juego con Mourinho y sin embargo con él desapareció clamorosamente en los momentos clave. Con Ancelotti ha perdido en brillo, pero es indudable que ha ganado en consistencia, trabajo y versatilidad. Por primera vez en años de madridista se le ha visto aparecer en los momentos clave y de sus botas sale el 2-1 de la final. La cuestión es saber a dónde se dirige. Si quiere seguir y jugar a este nivel poco mejor se puede encontrar en el mercado. El miedo surge al preguntarse que ambición puede tener después de jugar el Mundial con Argentina (ojo que van de tapado) y haber ganado una Copa de Europa histórica. Pedirá plata y la última vez que lo consiguió sesteo durante mucho tiempo...

Obviamente, la tendencia a intercambiar posiciones durante el partido de la BBC y di María ha supuesto todo el año sacrificar un volante o un extremo derecho. Y es por ello que a día de hoy me sigue pareciendo dramática la lesión de Jesé. Incalculable lo que hubiera podido aportar a final de temporada tanto en esa banda como en la contraria o incluso en punta. No sabemos si el club buscará un jugador de banda, pero a finales de año tenemos uno de los mejores refuerzos posibles para la próxima temporada. Y en un año donde las dudas sobre la voracidad de los jugadores será clave no tengo dudas sobre el canario: querrá volver por sus fueros y con más fuerza. 

Ancelotti. Culpar a Iker Casillas de la derrota hubiera sido extremista y desviaría el análisis de otros muchos aspectos que han flaqueado clamorosamente. A fin de cuentas no mentimos al decir que fuimos un equipo que durante 70 minutos no mereció alzar el trofeo, sin juego, sin ocasiones y sin ideas. La cobardía y desconfianza de Ancelotti fue tal excesiva que parece inaudito que terminase ganando por 4-1. Hoy los mamporreros habituales le colman de piropos y ensalzan un palmarés que no concuerda con lo que se ha visto partido a partido durante toda la temporada. Es más, no ha tomando nota de ninguno de los errores que le llevó al fracaso en las grandes citas: apostó de primeras por Khedira, que si bien en condiciones normales hubiera sido titular indiscutible, no tenía ritmo de competición bajo ninguna circunstancia para jugar de inicio. Peor aún, señaló claramente a Illarramendi, al que si bien es excesivo el rol que se le ha querido dar en esta plantilla, ha dejado la sensación de haber desaprovechado una inmensa cantidad de minutos y oportunidades. Sin embargo, mientras nosotros veíamos un jugador correcto en el mejor de los casos, Carletto colmaba de buenas palabras, de minutos y de oportunidades a un jugador con el que no ha contado cuando ha llegado la hora de la verdad. ¿De qué sirve tanta apuesta si prefieres sacar a a Khedira incluso con dudas? ¿Para qué tantas oportunidades? Son todas las que no ha tenido, por ejemplo Casemiro y del que por desgracia nadie será capaz de explicarnos lo incomprensible de su situación. 

El no saber si Ancelotti quería un centro del campo trabajador o talentoso queda reflejado en esa jugada a la desesperada que se inventó con Isco. Muy, pero que muy atrasado de su zona de influencia, cualquier pincelada de calidad al lado de Modric era vital y por ello es lamentable que haya necesitado toda la temporada y 70 minutos de la final para darse cuenta de que el Madrid, sin llevar el peso del partido, es un equipo más e incluso mediocre en muchas ocasiones. Y ahí tuvo mucho que decir Isco. No obstante, no se engañen: diga lo que diga el italiano, y resultados aparte, no hemos visto en todo el año un sólo gesto que demuestre la confianza de Ancelotti en el malagueño. Hoy le debe un trocito de la final y otro a Mourinho, ya que sin el croata en el campo se hubieran reducido sumamente las opciones de victoria. De hecho, el asunto capital en los despachos de la dirección deportiva este verano debe ser gestionar el ocaso de un jugador sencillamente especutacular e irreemplazable tanto por juego, como por carisma y galones: Xabi Alonso. Nos cansamos de hablar de Cristiano y sin embargo qué mediocre resulta nuestro fútbol sin el tolosarra en el campo. Verle desesperar en la grada, correr la banda para abrazar a sus compañeros, la imagen de señorío y elegancia que desprende dentro y fuera del campo y sus acertadas y coherentes declaraciones, le han convertido en todo un icono del madridismo. Y por ello es muy duro saber que al igual que durante muchos años el puesto de central fue el talón de Aquiles de este equipo cuando colgaron las botas Sanchís, Hierro y compañía, el día que falte Alonso sufriremos de lo lindo en términos de dirección del juego. No es una cuestión deportiva ni económica: sencillamente en el planeta fútbol no hay jugadores de categoría en esta posición. Los niños en los colegios ya no quieren ser Gerrard, Lampard o Pirlo y difícilmente se encuentran los genes para tener su visión de juego, dotes de mando y técnica personal. Disfrutemos pues de Alonso, es la esquisitez de este equipo y debe ser protegida a toda costa.


Si bien es cierto que el Madrid antepone la clase y la categoría en primera instancia, una vez más se ha demostrado que a este deporte deben de jugar los que más talento atesoran pero siempre en consonancia con la condición física. Esa es la principal lección que deja la final. Morata resultó notablemente más molesto que un Benzema muy mermado físicamente o incluso que Cristiano, totalmente a merced del miedo a romperse. Hasta que punto fue crítica la condición física de los jugadores que el pecado capital de Diego Costa le costó a Simeone un valioso cambio a 120 minutos con el que habría podido rascar en el peor de los casos unos segundos clave. Queda para el futuro debatir si un jugador tener la última palabra a la hora de decidir si debe jugar en contra de la prescripción médica. Piensen que hubiera pasado si Bale también hubiera jugado tocado, algo que por cierto ha sido más probable de lo que imaginamos.


Hasta en esto tuvo suerte Ancelotti. Fue cobarde, imprudente, lento en sus decisiones y falto de ideas y recursos. Millones de euros dan para entender el fútbol de otra manera y hoy gana un título vital como hombre de paz. Es curioso que con tantas críticas a su juego tenga un palmarés único y ciertamente envidiable. Quizá sea los demás quienes no entendemos que a veces, con tanta estrella, únicamente hace falta tiempo y calma para ver florecer resultados. En un mundo ideal no lo quisiera ver el año que viene sentado en el banquillo, pero aceptaré que aquel que gana esta competición, en un club donde el fin justifica los medios, debe seguir y ser respaldado en consecuencia. No ha conseguido el Madrid nada en doce años mediante fútbol, trabajo, intensidad o galones. Si lo ha hecho por la vía de la paz y la calma, con una flor muy arraigada en su recta, lo mínimo es darle un respeto a su trabajo: una prórroga para encantarnos a todos aquellos que creemos que este equipo está capacitado para marcar una época y dejar de apelar a la épica en el descuento.

lunes, 12 de mayo de 2014

Ridículo


Dice hoy Gistau: "Yo preferiría que el Madrid no se dejara robar la consigna de ganar y ganar". Brillante. Me quedo sin calificativos para valorar esta reflexión. Es innegable que con Ancelotti se ha perdido por completo una verdad inapelable: hasta el último minuto, el Real Madrid es peligroso. Pues bien, este curioso valor del que presumimos el madridismo (y digo curioso porque el rendimiento deportivo de este club le debería tener que llevar a disputar todos los títulos hasta el último minuto) ha desaparecido por completo del cuaderno de bitácora. Ya no es que el Madrid haya dejado de ser competitivo tras la semifinal contra el Bayern, es que únicamente lo ha sido en contadas citas esta campaña. Algunos han tardado en verlo, pero salvo un par de meses en invierno donde todo parecía rodado, no hay indicios que nos lleven a pensar que se ha sembrado en toda la temporada lo suficiente para crear un proyecto consolidado. De seguir Ancelotti al frente del equipo, y sacando de la ecuación el resultado de la final europea, lo único que alberga el futuro son dudas. Dudas en la portería, donde la paripada Diego - Topor sigue candente. Dudas en la zaga, donde Varane parece abocado a la eterna lesión y al ostracismo y Marcelo merece una salida fulminante. Dudas en el eje, donde Illarramendi suspende clamorosamente, Khedira sigue siendo la mejor opción de futuro (y es algo triste considerando que fue una inversión de Don José que el club no ha sido capaz de mejorar) y Casemiro ha sido completamente infravalorado. Dudas en las bandas, muchas dudas de hecho si tenemos en cuenta que este equipo no las utiliza en absoluto. Y sobre todo, más que dudas, la seguridad de que Bale y Cristiano aparte, no podemos vivir únicamente del aliento de Benzy

¿Qué nos deja Ancelotti? Paz institucional y una posible Copa de Europa. Si no llega la Décima, lo que nos queda no vale ni para limpiarse el recto. No habría títulos, no habría excelencia y sobraría paz. Menos goles que con Mourinho, menos victorias que con Mourinho, menos puntos que con Mourinho, menos espectáculo que con Mourinho. Menos que Mourinho. Hemos renunciado a eso y nuestro alma por una Copa de Europa.

jueves, 8 de mayo de 2014

Oh Captain! My captain!


Poco importa la victoria o la derrota. El auténtico tema del día era la vuelta a la titularidad del Topo y el resurgir de todas las teorías conspiratorias para explicar la pantomima que ha mantenido Ancelotti durante todo este año en la portería. Hoy recuperamos una vieja trama que habla de la sombra de Florentino Pérez como mejor explicación hasta la fecha del asunto Casillas. La historia empieza cuando Ancelotti llega a Madrid y decide mantener la sentencia disciplinaria que aplicó Don José a Casillas. Una decisión incomprensible considerando que Ancelotti no tenía ninguna razón para ello y que parece impropia de alguien que viene a poner calma al entorno. Es incuestionable que era absurdo añadir más leña al fuego en su primera decisión técnica y de hecho lo más lógico y beneficioso para el propio italiano era devolver la titularidad a nuestro bien amado capitán. Tampoco encontraran malas palabras de Ancelotti refiriéndose a Casillas. Todo lo contrario, abundan los piropos y compensan lo más negativo que se puede encontrar al respecto: el informe técnico que redacta Villiam Vecci (preparador de porteros del club) a principios de temporada en el que básicamente viene a decir quea Diego López se encuentra en un estado de forma superior y debe ser la primera opción bajo la portería. Es importante matizar que Vecci no habla en ningún momento de cual de los dos es mejor portero: únicamente quien se encuentra en mejores condiciones. Este informe no era un argumento de peso como para que Ancelotti prolongara a casi 500 días a Casillas en el banquillo dada la fuerte carga emocional que lleva esta historia y que se ha visto envuelta en la mayor campaña de acoso y derribo que ha sufrido nunca un jugador sin motivo alguno y encarnada en la figura de Diego López.

Sencillamente, algo no cuadra en todo esto. Considerando la navaja de Ockham, lo más probable, simple y llanamente, es que alguien le dijera a Ancelotti que Casillas debía seguir siendo suplente. Es tan simple que resulta aceptable. Y hay antecedentes: es conocido que Berlusconi durante una cena previa a la final de la Champions del 2003 entre Juve y Milán, escribe de su puño y letra en una servilleta varios consejos tácticos sobre al partido que Ancelotti acepta de buen gusto y que le llevan a ganar el partido. Méritos aparte, los más generosos con semejante bajada de pantalones dirán que es una sutil manera de reconocer que si tu jefe "sugiere" algo, tú lo acatas de mil amores. Pues bien, una década después se planta Carletto en Madrid a pacificar un equipo ya de por sí ganador y no resulta sospechoso que acepte nuevas "recomendaciones", más aún si tenemos en cuenta que el club no estaba dispuesto a consentir que siguiera dañándose la imagen institucional tal y como había terminado la temporada.

También es obvio que a Florentino Pérez no le hizo ni pizca de gracia prescindir, pese a todo, de Don José. Era el eje un ambicioso proyecto deportivo (inconcluso pero ambicioso) y en la rueda de prensa donde anuncia la marcha del portugués no para de repetir que se ha dinamitado la paz social, se ha visto gravemente comprometida la confidencialidad del vestuario y que por desgracia se le ha ido el asunto de las manos y no es capaz de reconducir la situación. Sacrificar a Mourinho era una decisión forzada e inevitable, pero no por ello exenta de consecuencias ni de la búsqueda de responsables. El propio Florentino señala abiertamente a los medios como culpables visibles (algunos estaban presentes) pero todos sabemos que este tipo de prensa ha existido, existe y existirá en el entorno madridista. Es decir, que por muchas barrabasadas que se digan, los medios no hacen que un tipo al que se la suda lo que diga la prensa salga corriendo de esa manera. Y la respuesta se encuentra en el vestuario. Mourinho perdió progresivamente todo el feeling de su grupo humano a raíz del pulso con los capitanes. Algunos periodistas afines al entorno de Casillas ni se molestaban en negar al final del complot que existía un pulso tácito entre ambos consecuencia directa de toda la historia que ya en su momento recogieron algunos como Walter García en un audio impagable y de obligada escucha para los que quieran profundizar en el asunto. Así que en resumidas cuentas, la historia se reduce a que Florentino Pérez tiene claro que Casillas (al que nunca ha querido renovar abiertamente ni ha prodigado en buenas palabras en los últimos años) es uno de los culpables del fracaso del que sin lugar a dudas ha sido su mejor apuesta deportiva. Es difícil creer que Florentino Pérez se tragará a palo seco las declaraciones de cierta pseudoperiodista en prime time tachándole de mentiroso. Nunca hemos oído una disculpa sobre ese incidente. Y si por último, son ciertas las declaraciones de Figo (El Larguero, 5 de Noviembre de 2013) donde afirma tranquilamente y sin tapujos que Florentino Pérez fue quien le sentó en 2005, tenemos todas las piezas necesarias para considerar como creíble esa teoría recurrente por la cual Florentino Pérez ordenó este código Rojo. Tiene su punto de ciencia ficción, pero es mejor que aceptar la decisión de Ancelotti como puro capricho. A fin de cuentas un año después le presenta como un cobarde, hombre sin palabra e incoherente con sus propios planteamientos. No se fíen de gente así.

En cualquier caso, hoy me siento profundamente desolado. Anoche no hubo milagro de Casillas. He buscado en todos los periódicos, fanzines y blogs y por desgracia no he encontrado nada. No pudo desviar el gol pucelano con la mirada. No pudo atajar el primer disparo a puerta en Liga que recibe. Le llevo viendo un año en cada victoria madridista a pesar de ser suplente. Ayer mismo salía incluso en el "Hola". Eso sí, en la edición de impresa del fanzine As hoy aparece... Diego López. Absolutamente deleznable y carente de cualquier nivel ético. Llevamos meses soportando una campaña desmedida para devolver al yernísimo a la titularidad y el día que la consigue, hay demasiado silencio. Insólito, inexplicable, inaudito. Y no lo entiendo porque estoy total y absolutamente convencido de que Diego hubiera parado ese balón. Hoy más que nunca exijo ver la cara de Topor, quiero oir lo que tiene que decir en el día de hoy como capitán. Como dice un amigo mío, es mi portero para la Décima. Le quiero en primera fila, no puede permanecer en la sombra.

Bromas aparte, tampoco veo hoy a los palmeros de Ancelotti piar lo más mínimo. Esperan acurrucados como fulanas su momento de salir a escena. Han vivido toda la temporada para la final de la Liga de Campeones y esperan la victoria para descargar el golpe con toda intensidad. Nos hablarán de títulos, del ya de sobra conocido argumento de la victoria como discurso, de que ha ganado más que Don José y demás mamarrachadas. De lo que no les hablarán es de los reiterados ridículos de Ancelotti. Pitorreo en estado puro. Y es que lo van a soportar todo porque si cae la Décima habrá merecido la pena. Sodomizados y ridiculizados pero Campeones de Europa y claramente el mejor equipo del continente. La pregunta obvia es qué pasa si no gana este título. Hasta que punto genera dudas este hombre que tras endosarle un 4-0 al Bayern va por detrás en las apuestas para la final. ¿Cómo es posible?. Muy fácil: lo que se ve en el campo resulta muy inquietante. Da miedo. Pánico. Terror. Anoche el italiano volvió a especular claramente con el resultado y parece ser que no aprendió nada del partido contra el Valencia. Dejó al equipo sin referencias arriba (señor mío que Marcelo no esta ni para dar paseos !!!), arriesgó innecesariamente con Cristiano y, por encima de todo, aireó claramente todas sus vergüenzas a la hora de gestionar esta plantilla. Le sobra la mitad del equipo y por ello somos la cruda imagen de la fatiga y de la incertidumbre. La cara de Benzy abandonando el terreno de juego dan ganas de meterse directamente en la cama. Modric puede acompañarle y el resto del equipo es presa de calambres, lesiones musculares y agotamiento total y absoluto. Curiosamente el pacificador ve al equipo fresco. Como una lechuga vamos. Vivir para ver. Quizá por ello le sobra en la plantilla la figura de Casemiro (mato por oir una rueda de prensa del brasileño explayándose sobre el míster), se arriesgue a terminar un partido clave que gana por un gol sin delanteros (Morata no vale ni para cromo de Panini) y se vea tan fuerte como para rechazar 18 millones del United.

Yo no voy a variar mi discurso: Carlo Ancelotti, tienes dieciséis días para conseguir recuperar físicamente a tu once titular sea el que sea, estudiar al rival, aprender de tanta pantomima que has cometido y ganar la Copa de Europa. Después puedes irte a tu casa, bien como héroe, bien como villano.

lunes, 5 de mayo de 2014

Víctimas de la pacificación


Decía Ancelotti en la previa que alguno empezaba a darse cuenta que podía ser un gran entrenador. No se lo cree ni él. La flor en el recto te puede llevar a una final de la Champions con una plantilla adecuada. De hecho, cualquiera de nosotros actuando como entrenadores llevaríamos a este equipo como mínimo a octavos. Pero la flor tarde o temprano se marchita y empieza por hacerlo en aquellas competiciones donde por encima de todo hay que ser regular más allá de buenas palabras y maniobras que al fin al cabo son pura política. Y Ancelotti, otro abonado al club del Márques de Salamanca, muestra serias deficiencias a la hora de gestionar el grupo. No había otra explicación para dejar escapar una Liga que tenía ganada en los enfrentamientos contra Barcelona y Atlético y mucho menos para el esperpento visto contra el Valencia: varias jornadas esperando el pinchazo atlético para entregar la Liga en 45 minutos. Que pena.

No se dejen engañar por el tópico. Los jugadores son los que saltan al campo, pero es tarea del entrenador acordarse de sus familiares directos si ven que están haciendo el canelo en el campo. Y la cruda realidad es que durante la primera mitad Ancelotti no salió en ningún momento de la caseta para recriminar la patética y lamentable imagen que estaban dando sus jugadores. No se le vio pisar el césped hasta el 51, ya bastante mosqueado por cierto. Y en ese momento el Madrid andaba por el campo con una sensación de superioridad absurda, especulando con el marcador y seguros de ganar en algún momento con una propuesta futbolística paupérrima. Una vez más, y ya son demasiadas, se dejaron la actitud en el vestuario y acabaron colgando balones a la desesperada en el minuto 94. Y esto no ocurría en Mestalla, ocurría en el Bernabéu. El socio se dió un atracón de pipas letal. Me resulta total y absolutamente deleznable tirar la Liga de semejante manera. Y de eso única y exclusivamente tiene la culpa Carlo Ancelotti: tiene la culpa de no motivar al equipo para morder desde el primer minuto, de creerse un buen entrenador, de creer que ya ha ganado tres competiciones, de equivocarse por completo en la alineación, de no mejorar nada con los dos últimos cambios y de hacer el ridículo contra un equipo al que sacaba la friolera de 37 puntos. Espero que haya tomado nota de cara a la final europea. La lección ha supuesto perder la Liga. Que le corten la cabeza.