lunes, 7 de octubre de 2013

Actitud



A los veinte minutos de partido me comentaba mi querido, estimado y nunca bien ponderado amigo Alejandro, que esta película ya la había visto y terminaba con victoria del Levante por un gol a cero. Independientemente del resultado final, no iba mal encaminado sobre la trama. Resulta trágico pertrecharte en el sofá con el aperitivo de rigor, dispuesto a disfrutar con el juego de tu equipo y que todos los partidos se conviertan una película de terror. De mucho terror. No puedo estar pidiendo la dimisión de Ancelotti todos los fines de semana y he de decir en su defensa que el monumental rebote que le invadía al finalizar el encuentro evidencia que los jugadores se pasan por el arco del triunfo todo lo preparado durante la semana. El problema para el madridismo es que a este hombre no le han traído para disciplinar a un bloque. Está en Madrid para dar espectáculo y pacificar a la masa social por lo que el uniforme del sargento de hierro le viene muy pero que muy grande. La mala noticia es que ya no esta mi Jose para poner orden en este desaguisado y no veo al italiano capaz de desterrar la apatía, lentitud y falta de garra que gobierna el juego del Real Madrid.

Por ello desde Chalibu, voy a dejar de lloriquear. Desde hoy quiero aportar mi granito de arena de forma totalmente gratuita y desinteresada. Como primera medida en mis nuevas funciones de project manager pido que el club contrate como psicólogo a Vinnie Jones. El bueno de Vinnie, antes de hacernos vibrar con sus interpretaciones en las películas de Guy Ritchie, ha pasado a la historia por ser uno de los jugadores mas duros, agresivos e intimidatorios que se recuerden. De hecho, en 1992 estableció el récord Guinness a la tarjeta roja más tempranera en la historia del fútbol. Era jugador del Chelsea y únicamente necesito tres segundos para patear sin piedad al delantero rival, Dane Whitehouse, quien quedó literalmente aterrado. Cuestionado acerca de aquella anécdota, Vinnie ofrece su propia versión:

"Fui capitán de casi todos los equipos en los que forme parte así que siempre tuve muy claro lo que significaba ser un líder: tomar responsabilidades para inspirar a otros ya que un montón de compañeros dependen de ti. Con respecto a esa jugada, es como cuando ves a un perro al que se le eriza el pelo de la nuca y se pone en guardia. Yo era ese perro tratando de decir a mis compañeros: vamos a plantar batalla. Yo voy el primero, vosotros seguidme'" (Vinnie Jones)

Otro texto interesante para hacernos una idea de lo que era jugar contra Vinnie Jones se puede encontrar en la biografia de Paul Gascoigne, un relato estremecedor que ejemplifica a la perfección el terror que inspiraba a sus rivales:

"Había oído hablar de Vinnie, pero cuando lo vi aparecer parecía inmenso. Era el foco de atención de los fotógrafos cuando se acercó a mi y me dijo: 'Soy Vinnie Jones y soy un puto gitano. Hoy estaremos solo tu y yo gordito, solos tu y yo'. Durante todo el partido me pateó a lo largo del campo e incluso cuando se apartó para ejecutar uno de sus largos saques de banda me susurró amenazante: 'Voy a sacar de banda pero jódete y prepárate porque volveré'. Entonces permaneció delante de mi en una jugada a balón parado y me apretó de los cojones. Grité agónicamente pero nadie pareció darse cuenta de aquello. Alguien tomó una foto que debe valer una fortuna ya que se ha convertido en una instantánea clásica de este deporte" (Gazza, My history).

Tras esta breve historia, alguno puede considerar que me he vuelto loco y que no se puede reclamar públicamente semejante estilo de juego, violento y agresivo. Que nadie me malinterprete porque esta historia tiene moraleja. Puede que Vinnie demostrara que el concepto de capitanía de Iker Casillas es una tomadura de pelo, que algunos jugadores como Benzema son muy blanditos y que es preferible el culto al balón. Pero curiosamente, todos los equipos donde jugó el galés fueron altamente competitivos. Y eso amigos míos es lo que necesita ahora mismo el Real Madrid: actitud. Con una simple paguita arreglamos la mitad del problema.

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