martes, 19 de marzo de 2013

Una semana cualquiera


Nos está haciendo polvo el mercantilismo y la sociedad de la información. Lo digo de corazón. Antiguamente no existía tanta tontería en el mundo del fútbol. La gente de bien acudía al campo con sus bufandas y camisetas ajenas a las maquinaciones de la prensa. Toda influencia se reducía a los amigos, familiares y compañeros de trabajo de cada uno, algo que evidentemente era inocuo para los intereses de un club. Se puede concluir que el madridismo, con sus virtudes y defectos, tenía claro quienes eran sus iconos, sus principios, sus leyendas y qué les convertía en aficionados del club más laureado de la historia. Está demostrado que todo individuo, por separado, es más inteligente, razonable y más difícil de manipular que en grupo. Sin embargo, la facilidad con que podemos encontrar hoy día decenas de opiniones diferentes a las nuestras convierte a cada oyente, lector o espectador en una víctima potencial de cualquiera que se proclame profesional. Yo no lo soy. Pero tampoco creo que lo sean muchos de los periodistas que actúan con total impunidad. ¿Se imaginan que en la época de Ramón Mendoza, Jesús Gil o José Luis Nuñez hubiera salido en televisión una reportera, novia de un jugador, desacreditándoles o perjudicando la imagen del club? No me cabe la menor duda que en la vida se hubiera vuelto a acercar a menos de un kilómetro de distancia del estadio, el susodicho sería baja a final de temporada y su cabeza colgaría de una pica como advertencia para futuros traidores. Por fortuna para ellos, los tiempos cambian y la Inquisición ya no opera en nuestros días.

La incapacidad de discernir y criticar la conveniencia de nuestras costumbres ha conseguido que el madridismo de los últimos quince años se haya acostumbrado a ver como irrumpían decenas de personajes que con diferentes intereses han saqueado este club. Aficionados tristemente convertidos al piperismo han tomado como algo normal e incluso positivo que antimadridistas, visionarios y falsarios retransmitan un partido del Real Madrid, ataquen con total ferocidad y falta de ética a club, cuerpo técnico y jugadores y abran la boca para quebrantar la cotización del pan. Y para disimular, mucho marketing. Toneladas de tazas, pins, camisetas, fundas de colchón  relojes, bolígrafos, llaveros, cupones de descuentos y todas las tonterías que uno se pueda imaginar y que como dice un seguidor de este blog se pueden encontrar en un establecimiento asiático por cincuenta céntimos. Ha sido necesario el contacto con las redes sociales para que poco a poco interactuen aquellos para los que el Real Madrid no es motivo de lucro. Únicamente desde ese prisma se puede entender que el hastag #RELAÑATO fuera trending topic en Twitter el jueves pasado en menos de 10 minutos y retratara de forma evidente a unos de los principales culpables de influir clara y negativamente en este club. Ver como el director de uno de los principales medios deportivos del país pasa de madridista confeso a supuesto conspirador es clave para entender que se cuece en torno a Concha Espina. Ha sido el primer señalado de manera clara y ni mucho menos será (ni deb ser el último).

Dicho todo esto, y retomando la temática habitual de este blog, comentar que el sorteo de Champions me pareció sumamente light. Lo único positivo es que al Real Madrid le toca por primera vez en esta edición un rival claramente asequible a ciento ochenta minutos. Y a estas alturas de la temporada se agradece que lo más preocupante deba ser la elección de pollo o cordero para el kebap. Es cierto que jugar en el Türk Telekom Arena (o en cualquier campo turco) nunca es agradable, que Altintop marcó un golazo al Schalke hace pocos días y que Drogba se sirvió únicamente de sí mismo para llevar al Chelsea a la copa de Europa la temporada pasada pero con seriedad y determinación no debería ser una eliminatoria de tintes dramáticos tras lo visto contra el Borussia, City o United. Hay que enfocarlo desde esta óptica ya que el Barcelona vuelve a tener otro cruce sencillo y por si fuera poco, no tendrán que preocuparse de Ibrahimovic en el primer partido, un renegado de la doctrina blaugrana que a buen seguro está deseando verles las caras. Pese a todo, atentos al submarino amarillo, auténtico tapado de esta edición.

Para terminar la semana, partido contra el Mallorca del cual diré que la nula tensión que me provocaba me hizo perderme los primeros minutos. Eso sí, aunque en ningún momento me asalto el nerviosismo, me da vergüenza ajena ver como el pipero se dedicó a pitar al equipo durante los primeros cuarenta y cinco minutos. Por favor, que alguien pare este fenómeno. Con el precio actual de una entrada no entra en la cabeza de nadie en su sano juicio acudir al estadio a entorpecer. Las opiniones y disconformidades quedan para después, para el día siguiente en la oficina o para escribir cuatro tonterías en un blog como este. En el campo, semejante pitada únicamente sirve para no ser partícipe de la victoria cuando comienza la remontada. Sólo es propiedad de aquellos que apoyan sin cesar y que entienden su rol en este negocio (que no deporte). Por fortuna uno de los tipos con mayores huevos que haya visto el madridismo está dispuesto a trabajar contra viento y marea. Tres goles en quince minutos no son casualidad: son el resultado de otra lección de táctica, motivación y reacción; de la aparición en Marzo (más vale tarde que nunca) de Higüaín, el estado de gracia de Modric y el buen hacer de Özil. Eso sí, el producto conocido como Kaká no debe volver a ponerse esta camiseta: hay sesenta y cinco millones de motivos que lo respaldan.

Y por último que no se nos olvide que el entorno del topo nos recuerda como el de Móstoles última su recuperación y ya incluso es capaz de realizar acciones de mérito. En breve, asistiremos al debate: ¿ el capitán del Real Madrid, Selección Española y novio modélico ha de recuperar su titularidad vitalicia en la peor temporada de su carrera ?

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