sábado, 2 de marzo de 2013

Esos breves momentos


"Parece como si el Madrid no supiera ser feliz". Con estas palabras arrancaba la editorial de nuestro querido Alfredo Relaño el Viernes tras el partido de Copa. Un titular efectista y enigmático que le aleja un paso más del sentir general del madridismo. ¿En qué clase de entorno se mueve este hombre que percibe tristeza en estos momentos? Todos los madridistas que me rodean (aficionado, fanáticos, piperos o seguidores de la yihad pero madridistas al fin y al cabo) disfrutan del mejor momento anímico de la temporada y viajarían a una hipotética final de Copa a Barcelona si dispusieran de los medios necesarios. Don Alfredo, por contra, dejaba una curiosa pregunta flotando en el ambiente: ¿Qué tiene de bueno hacer viajar a mas de treinta mil de cada equipo hasta Barcelona?. La única respuesta válida se encuentra más allá de los márgenes del deporte, en los mundos de la política. El fútbol no debiera traspasar nunca estos límites, pero cuando Barcelona y Athletic decidieron jugar en la capital y amparados en la democracia, en el estado derecho y en la libertad de expresión pusieron al conjunto de la sociedad en evidencia frente al resto del mundo, en ese momento aceptaron la posibilidad de ver en el futuro 107.000 madrileños en la Font de Canaletes.

Dicho esto, hubo derbi. Y como era de esperar, el cuerpo técnico reservó prácticamente a todos los titulares de cara al partido contra el United. La mala noticia para Kaka, Benzema o Callejón es que Morata fue el único que aprovechó su titularidad. El brasileño pasó de puntillas, Karim no aportó más que despistes a pesar del gol y Callejón ha de entender que a un jugador de medio campo hay que exigirle algo más que entrega y trabajo. El conformismo en el empate se palpaba en el ambiente: un partido demasiado trivial, aburrido, y en ciertos momentos tan insoportable como la posesión del Barcelona durante muchos tramos. Pueden apropiarse del esférico y batir récords continuamente sobre el porcentaje de acierto en el pase que quieran, pero la capacidad ofensiva se limita a lo que haga Messi. Criticaba Robinson que el Madrid jugaba al catenaccio pero es innegable que quiso ganar y aún no sabemos a qué jugaba el Barcelona pasándose el balón entre Messi e Iniesta sobre el filo de la primera parte. Teniendo en cuenta el lavado de imagen que le demanda su masa social en estos días, no quedaba demasiado claro qué ganaban con el empate.


La segunda mitad hubiera seguido en los mismos derroteros de no ser por los cambios. Mourinho  en un momento dado sí quiso el partido una vez garantizada la tranquilidad atrás. Se le pudo ver corriendo, gritando, apuntando e incluso insultado. Roura no hizo nada. Nada. Ni por ganar, ni por mantener el empate; por lo que los dioses del fútbol te castigan con un gol en contra en los últimos minutos, pitorreo en el lanzamiento al palo de Ronaldo, un penalti polémico y fantasma donde no hay contacto y la caída es anterior al cruce y un justo expulsado por jaimitada que era imposible que pudiera apreciar nada desde la portería. Si no es por el fallo de Ramos en el gol de Messi, se marchan de Madrid con el premio a la indiferencia en el bolsillo por segunda ocasión en una semana. A partir del Lunes hablarán de los árbitros y los valors se harán añicos intentando camuflar el hecho de que algo no cuadra. Tras el partido de ida contra el Milán y los dos encuentros contra el Madrid, es probable que este Barcelona no le remonte la eliminatoria a los italianos. 

Y mientras tanto en Concha Espina, los trece puntos de diferencia en Liga no sirven para empañar el momento de euforia actual. La final de Copa se percibe como una fiesta independientemente del resultado y a pesar de quedar mucha Champions por delante, el optimismo ha de mantenerse en valores altos. El equipo sigue vivo y quiere dos títulos que valen una temporada. Así que disfrutenlo y eviten la contaminación generada por individuos que no saben ser felices. Otros con un gin tonic en mano y la expulsión de Valdés disfrutamos como enanos. Salud.

No hay comentarios:

Publicar un comentario